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viernes, junio 17, 2016

El programa nº 7 de «Muy en serie» ya está disponible online

Ya está disponible el programa nº 7 de «Muy en serie», para ver en la web. Yo aparezco a partir del minuto 12:30, y el corte dura unos 3 minutos y medio.

Se han quedado algunas cosas en la sala de montaje, ya que durante la grabación hablé también de la secuencia del tornado con la que cierran la sección, o de las veces que Flash viaja al pasado con su velocidad. Una pena, ya que en este último caso, aproveché para mencionar mi novela, «El viaje del Argos: Las memorias de Klatuu», pues como todos sabéis (porque lo habéis leído ¿verdad?) yo también utilizo un recurso parecido para justificar un viaje en el tiempo.

Y hablando del libro. Si os fijáis bien, aparece de fondo, en las estanterías, en uno de los planos en los que estoy ojeando un cómic. Concretamente entre el minuto 12:46 y el 12:50. Desde aquí, quiero agradecer al equipo por esa pequeña publicidad subliminal.

jueves, junio 02, 2016

¿El retorno de MalaCiencia? Entrevista en «Muy en serie»

The Flash

Llevo ya más de un año sin publicar nada nuevo en este blog. Y aún así, MalaCiencia sigue vivo de alguna manera.

El viernes pasado, antes de ir a la Feria del Libro de Madrid a firmar ejemplares de mi novela «El viaje del Argos: Las memorias de Klatuu», me hicieron una entrevista para el programa de TV «Muy en serie», de Atreseries. La grabación se hizo en la librería El Mono-Araña, la misma en cuya caseta estuve después en la Feria del Libro. Aprovecho para agradecer desde aquí a Lara por permitir la celebración de ambos eventos.

¿Y de qué fue la entrevista? Pues de la serie The Flash, de la que ya hablé en otra ocasión, y con una orientación similar a la de este blog. Me preguntaban por situaciones que ocurrían en la serie, y yo explicaba si era posible o no. Eso sí, sin perder de vista que estamos ante una serie de superhéroes. Es decir, que no se trataba de cuestionar los poderes de Flash, sino de lo que puede hacer con ellos. Así, por ejemplo, surgieron cosas como el correr sobre el agua, deshacer un tornado o viajar en el tiempo.

Estuvimos grabando casi una hora de entrevista y planos de recursos, y como no me pillaron desprevenido, me llevé un ejemplar de mi libro, que tuvo presencia en algunos planos (gracias Raquel, por el pequeño favor). De todas formas, el corte final será de unos dos minutos y medio, así que no sé qué saldrá y qué no.

El programa se emitirá posiblemente la semana que viene, aunque no me supieron decir con exactitud el día y la hora, ya que están cambiando la parrilla. Me dijeron que me avisarían con tiempo cuando lo supieran. Así que cuando eso ocurra, os lo diré a vosotros. En cualquier caso, en la web del canal cuelgan los programas ya emitidos, por lo que os pondré por aquí la URL.

Quién sabe, tal vez sea el momento de retomar el blog.

jueves, octubre 27, 2011

Alphas: No basta con ver las ondas electromagnéticas

Hace poco, vi la primera (y única de momento) temporada de una serie llamada Alphas. Trata de unas personas con poderes sobrehumanos, a los que se denomina con el término «alfas». Los protagonisnas son un grupo de alfas (menos su lider, que es un psiquiatra sin poderes), que trabaja para el gobierno, buscando alfas descontrolados, para ayudarles o incluso pararles los pies, si son una amenaza. Salvo por el detalle de que los protagonistas trabajen para el gobierno, el planteamiento me recuerda mucho a la Patrulla X de la Marvel (cambiando el término «mutante», por el de «alfa»).

Las habilidades de los protagonistas intentan no ser demasiado fantasiosas, para poder dar algún tipo de explicación fisiológica verosímil (sin perder de vista que estamos hablando de ciencia ficción; y no, no voy a hablar de la verosimilitud de sus poderes). Uno se puede hacer muy fuerte, otro es muy ágil y tiene una puntería extraordinaria, otro tiene los sentidos superdesarrollados, otro puede sugestionar a la gente y manipularles, y el último puede ver las ondas electromagnéticas (distintas de la luz visible, claro).

Éste último, llamado Gary, es mi favorito. Se trata de un chico con cierto grado de autismo. Según nos cuentan en el primer episodio, su poder consiste simplemente en eso: ver las ondas electromagnéticas. Sin embargo, durante la serie, el personaje es capaz de escuchar conversaciones telefónicas, ver la tele, espiar correos electrónicos, pinchar cámaras de seguridad, y un sin fin de cosas, sin ningún tipo de aparato. Así que la descripción de su poder como «ver las ondas electromagnéticas» es a todas luces incompleta.

El poder «ver» o simplemente captar una señal electromagnética, no sirve de nada si no podemos interpretarla. Ya hablé alguna vez acerca de la modulación de la información a transmitir en una señal. Básicamente, la señal eléctrica que representa la información, sufre una serie de transformaciones para obtener una señal de más alta frecuencia, con un ancho de banda determinado. Existen multitud de posibilidades para ello, tanto analógicas como digitales. Por tanto, Gary ha de ser capaz de demodular en tiempo real una señal (teniendo que elegir entre distintas posibilidades de modulación), y construir una imagen mental de lo que representa. Un don ciértamente extraordinario.

Pero hay más. Las transmisiones de telefonía celular (lo que por aquí llamamos móvil) viajan cifradas. O al menos, así se hace en Europa, con el sistema GSM (imagino que en EEUU también). Además, en un área determinada puede haber muchísimos canales usándose a la vez. Y una llamada puede cambiar de canal (y por tanto de frecuencia) durante el transcurso de la misma. Gary es capaz de escuchar conversaciones telefónicas, y localizar terminales, lo que implica que debe ser capaz de localizar y aislar la señal que le interesa, diferenciándola de las demás (esto se comenta de forma explícita en un episodio), y detectando cambios de canal. Puede también interpretar y comprender el funcionamiento de los distintos protocolos de telefonía celular (en Europa sólo usamos GSM y UMTS, pero en EEUU hay más de un estándar). Además, su cerebro es capaz de romper la criptografía de esas señales, en tiempo real. Eso es algo aún más extraordinario (y por supuesto, si Gary y uno de los terminales no están en la misma celda, es simplemente imposible).

No se vayan todavía, aún hay más (no-premio para el que identifique la cita). En ocasiones, ha leído correos electrónicos ajenos y ha navegado por Internet. Eso quiere decir que es capaz, no sólo de romper la encriptación el cifrado de una red wifi, sino de transmitir él mismo algún tipo de señal. La Web funciona en el fondo de una manera muy simple: se hace una petición de un recurso, y se responde con dicho recurso. Así que Gary debe ser capaz de enviar esa petición, es decir, de generar él mismo una señal electromagnética (cifrada y modulada). Y por supuesto, es capaz de comunicarse usando el protocolo HTTP, interpretar las etiquetas HTML e instrucciones JavaScript de una página web, y entender correctamente los distintos formatos de imagen, vídeo o documentos con formatos diversos. Todo con su cabeza, y de forma instantánea.

Como colofón final, también se ha visto al personaje seguir a personas que están en la calle, de forma remota. Me pregunto hasta qué punto hay una cámara de seguridad en cada esquina de cada ciudad de EEUU, y si transmiten el vídeo por cable o de forma inalámbrica, ya que en el primer caso, Gary simplemente no puede ver la señal si no pincha dicho cable.

En fin, que el poder de este personaje no es simplemente «ver las ondas electromagnéticas» como se nos dice. En realidad tiene dos poderes distintos, que combina a la perfección: captar y enviar ondas electromagnéticas, y procesar cualquier tipo de información, por compleja que sea, saltándose todo tipo de encriptación cifrado. Comparados con él, el resto de personajes tiene poderes de poca monta.

lunes, septiembre 14, 2009

Números racionales e irracionales

Todas las cosas tienen su final, y las vacaciones no son una excepción, así que aquí estoy de vuelta. El no ir a trabajar en periodos como éste, me permite ver de vez en cuando el concurso Saber y Ganar. El martes de la semana pasada (o el lunes, no estoy seguro), una de las preguntas que le hicieron a un concursante trataba sobre los números irracionales. Tras una introducción al número Pi, se le pregunta al concursante por qué el número π es un número irracional, y se le ofrecen tres posibles respuestas (los textos no son literales, ya que estoy escribiendo de memoria):

  1. Es la raíz cuadrada de un número negativo.
  2. Cada decimal se obtiene como la suma de los dos anteriores.
  3. Tiene un número infinito de decimales.

Tras poner una cara un poco rara, el concursante contestó que en realidad, ninguna de las tres respuestas era correcta, pero que si debía responder con una de las tres, elegía la tercera.

Y es que un número irracional, si bien tiene un número infinito de decimales, no es la característica que lo define. No todos los números con infinitos decimales son irracionales, como podemos comprobar con el conocido 1/3 (0,3333...). En general cualquier fracción irreducible en cuyo denominador haya factores primos distintos del 2 y el 5, tendrá infinitos decimales.

La definición correcta de número irracional es algo que se estudia en el colegio: un número es irracional si no puede expresarse como una fracción (o razón, de ahí su nombre) de dos enteros. Como ejemplos clásicos tenemos el mencionado π, la raíz cuadrada de 2 (y en general, cualquier raíz cuadrada de un número entero que no sea el cuadrado de un otro entero), o el número e. Una característica de todo número irracional es que tiene infinitos decimales, pero a diferencia de con los números racionales, no hay una secuencia que se repita. Así, 1/3 tiene infinitos decimales, pero siempre es «3». La fracción 1/7, por ejemplo, también tiene infinitos decimales (0,142857142857...), pero en este caso es «142857» la secuencia que se repite. Con los numeros irracionales, sin embargo, no ocurre eso.

No puedo resistirme a comentar una curiosidad. Antes he mencionado que cualquier fracción en cuyo denominador haya un factor primo distinto de 2 y 5, tendrá infinitos decimales. Podéis hacer todas las pruebas que queráis. ¿Por qué si el denominador es únicamente factor de 2 y 5 no aparecen infinitos decimales, y el el resto de casos sí? Pues porque utilizamos un sistema en base 10, y precisamente 10 es factor de 2 y 5 (2x5=10).

¿Como? Bueno, en el colegio nos enseñaron también que el sistema de numeración que utilizamos (esto es, la forma que tenemos para representar los números) es posicional y en base 10. Es posicional porque dependiendo de la posición de un dígito, tiene un valor u otro. Así, en el número 147, el 1 nos está indicando en realidad «1 centena» (100), el 4 «4 decenas» (40), y el 7, «7 unidades» (7). Nuestro sistema es además en base 10 (o decimal), porque utilizamos 10 dígitos distintos para representar todos los números, de forma que cada posición equivale a una potencia de 10. Es decir, 147 es 100 + 40 + 7, que a su vez es 1·102 + 4·101 + 7·100.

Fijáos ahora en lo siguiente. ¿Qué ocurre en esta representación si multiplicamos un número entero por 10? Fácil, que estamos «añadiendo un cero a la derecha». Así, en nuestro ejemplo anterior, 147 x 10 = 1470. ¿Y si multiplicamos un número con decimales? Pues que estamos «desplazando la coma a la derecha». Así, 1,25 x 10 = 12,5. Como consecuencia, cualquier número con una cantidad finita de decimales, al ser multiplicado por 10 tantas veces como decimales tenga, obtenemos un número entero. Si multiplicamos 1,25 por 10, dos veces, obtendremos 125.

Pensemos ahora en términos de fracciones. Si tenemos una fracción (irreducible) cuyo denominador sea únicamente factor de 2 ó 5, y multiplicamos una y otra vez por 10, llegará un momento en el que el numerador sea divisible por el denominador, puesto que estamos multiplicando por 2 y por 5. Cuando lleguemos a ese punto, tendremos un número entero. Pero si en el denominador hay otros factores distintos de 2 y 5, no importa cuantas veces multipliquemos el numerador por 10 (cuánto desplacemos la coma a la derecha). Nunca será divisible entre el denominador (quedarán decimales a la derecha de la coma).

Menciono esto como curiosidad, porque el que un número racional tenga una cantidad finita o infinita de decimales, depende del sistema numérico de representación. Así, en base 10, 1/5 es 0,2 (un solo decimal), mientras que en base 2 (o binario) sería 0,001100110011.. repitiendo «0011» hasta el infinito.

lunes, diciembre 22, 2008

Lotería de Navidad

Últimamente parece que el universo conspira contra mí para impedirme actualizar el blog, pero uno es suficientemente tenaz, y esperar a que el universo se descuide. Así que aquí estoy de nuevo.

Mientras suena en la tele los inconfudibles «cantos» de los niños del Colegio de San Ildefonso, no puedo evitar recordar las supersticiones de mucha gente a la hora de comprar un décimo de la Lotería de Navidad, o las supuestas probabilidades con que nos han bombardeado los informativos.

Así, mucha gente es reacia a comprar números demasiado altos o demasiado bajos, o números con varios dígitos iguales, o números capicuas, o en general, cualquier número al que consideren «feo» (expresión escuchada infinidad de veces). Para rematar, los informativos de televisión nos repiten constantemente unas estadísticas de las cuales deducen que hay números o terminaciones con más probabilidad que otros.

Y la realidad es que, a menos que los bombos y las bolitas estén trucados, todos los números tienen las mismas probabilidades de salir. Tanto el 35.862 como el 11.111 están en el bombo, y se supone que todas las bolitas pesan lo mismo y tienen el mismo tamaño.

El evitar determinados números, es algo puramente psicológico. Hay tendencia a creer que en un sorteo, o en tiradas de dados, o en cualquier otro experimento consistene en la repetición del mismo suceso aleatorio, los resultados deben ser diferentes y uniformemente distribuidos. En el caso de la lotería (o la ONCE, por ejemplo), hay tendencia a pensar que los números «medianos» tienen más probabilidad de salir que los «extremos» (como el 1 ó el 99.999) Y eso no es asi. Al tirar un dado, por ejemplo, la probabilidad de que salga un número concreto es de 1 entre 6 (1/6). No es más probable el 3 que el 1. Y eso es así independientemente de que haya tirado el dado antes. Si jugando al parchís he sacado dos 6 consecutivos, la probabilidad de que me salga un tercer 6 (y volver a casa con la última ficha movida) es la misma de que me salga un 5, por ejemplo. Ó un 1. Ó un 4. Lo que es uniforme es la probabilidad (1/6 para todos los números), no el resultado.

Esta idea está muy bien explicada en un episodio de la serie Numb3rs. En el episodio en cuestión, el genio matemático le pide a su hermano y sus compañeros del FBI, que se dispongan en el despacho de forma aleatoria. Al hacerlo, resulta que se colocan más o menos equiespaciados. Entonces el matemático les explica que no se han colocado de forma aleatoria, sino que deliberadamente han buscado una distribución uniforme por la sala, y que en un suceso realmente aleatorio, habría «vacíos» y «aglomeraciones» de personas. Volviendo al ejemplo del parchís (o de cualquier juego donde se lancen dados), seguro que habréis experimentado cómo en determinados momentos, parece que hay numeros que siempre salen, o que nunca lo hacen (¿quién no ha sufrido en el parchís, el no sacar el primer 5 para salir durante turnos y turnos?).

Las estadísticas sobre terminaciones merecen una mención especial. Los días previos al sorteo, se nos ha repetido muchas veces las terminaciones que más y menos han salido a lo largo de la historia del mismo, concluyendo así que hay terminaciones con más probabilidad de salir que otras. Pero esto no es necesariamente así. Es cierto que ante la repetición del mismo suceso aleatorio, a medida que aumenta el número de repeticiones, la distribución de los resultados se aproxima más a la distribución de probabilidad. Así, si tiramos 100 veces una moneda al aire, seguramente veamos que han salido aproximadamente 50 caras y 50 cruces. Insisto en lo de aproximadamente, ya que también podría ser que hubieramos sacado 52 caras y 48 cruces. Ó 55 y 45. Esto es lo que se conoce como ley de los grandes números. Pero lo que nos dice la ley es que a medida que aumentamos el numero de repeticiones del suceso, la distribución de resultados se aproxima más a la distribución de probabilidad. No nos dice que sea igual.

En el caso concreto de la Lotería de Navidad, el número de sorteos a lo largo de la historia creo que anda en torno a los 200 (no llega). Uno esperaría que la ocurrencia de cada terminación fuera de 10% cada una, puesto que esa es su probabilidad, pero no tiene por qué ser exactamente así. 200 no parece un número demasiado elevado de repeticiones, y una terminación ha podido aparecer más veces que otra, por puro azar, sin implicar que sea más probable. Esas estadísticas, por tanto, sólo deben tomarse como curiosidad.

miércoles, diciembre 05, 2007

Tsunamis

Carátula de 10.5 Apocalipsis

Hace ya varias semanas, pusieron en la tele una de esas películas para TV (o miniseries, no estoy seguro) catastróficas con presupuesto limitado: 10.5 Apocalipsis. Es continuación de una miniserie llamada 10.5, de la que comenté algo en su día. No la pude ver terminar, dada la elevada duración (estoy casi seguro que se trataba de una miniserie), y el inmenso tiempo de anuncios al que nos tiene acostumbrado Antena 3. Pero no importa, ya que lo que voy a comentar sucede al principio. Resulta que uno de los enormes terremotos que se suceden durante la peli, ocurre en el fondo marino, provocando un tsunami (aunque no lo denominan así) que engulle un crucero en alta mar, y luego arrasa la costa.

Casi todo el mundo, al intentar imaginar un tsunami, piensa en una ola gigante, con más o menos la misma forma que una ola convencional. Pero en realidad, los tsunamis son algo muy diferente. Veamos, las olas que vemos habitualmente en el mar, se forman por la acción del viento. Cuanto más fuerte es el viento, mayores son las olas, pudiendo llegar a ser bastante peligrosas en caso de una gran tormenta. Pero el agua únicamente se mueve cerca de la superficie. Si alguna vez os habéis bañado en alguna playa con el mar revuelto, habréis comprobado que si se os viene encima una ola más o menos grande, basta con sumergirse para evitar que la ola te empuje o te dé un buen revolcón (a menos que la ola sea muy vertical y rompa justo donde estás tú). En el caso de las enormes olas producidas por tormentas y huracanes, hay que sumergirse más, pero siempre hay una profundidad a partir de la cual el agua está en calma. Otra características destacables es que tienen una longitud de onda del orden de metros o decenas de metros. Es decir, la distancia entre cresta y cresta de un grupo de olas, es de varios metros.

Los tsunamis son diferentes. Normalmente son producidos por movimientos sísmicos (aunque hay otras causas), pero su principal característica es que todo el agua desde la superficie al fondo marino, es desplazada. Otra característica importante que los diferencia de una ola convencional, es su longitud de onda extremadamente grande, del orden de varios kilómetros (incluso cientos de km). Es decir, un tsunami no es una única ola, sino varias, separadas varios kilómetros entre sí, y que desplazan todo el agua desde el fondo a la superficie. Además, la velocidad de propagación de estas olas es enorme, muy superior a las de las olas producidas por el viento.

Dibujo que muestra el perfil de un tsunami a medida que se acerca a la costa. Hay una tabla con cifras de profundidad, velocidad y anchura de la ola. A medida que disminuye la profundidad, la velocidad y la anchura disminuyen. Es especialmente relevante el último dato: con 10 m de profundidad, la ola aún tiene una anchura de 10,6 km

Ahora viene lo más sorprendente: la altura de la ola de un tsunami es muy pequeña en alta mar. Puede ser incluso imperceptible, de forma que si un barco se encuentra en su camino, su tripulación y pasajeros apenas notarán nada. Lo que ocurre es que a medida que se aproxima a tierra, su velocidad disminuye, y la profundidad del lecho marino también. Al disminuir la velocidad, se va reduciendo su longitud de onda, ya que las olas «de detrás» van alcanzando poco a poco a las «de delante», aunque en ningún caso llega a reducirse tanto como en el caso de las olas de viento. Además, puesto que se desplaza todo el agua desde el fondo, al reducirse la profundidad, el agua se eleva (el espacio disponible se reduce, pero el volumen de agua sigue siendo el mismo). Así, cuando está cerca de la costa, un tsunami alcanza varios metros de altura, pero manteniendo una longitud de onda bastante grande. Así que lo que finalmente impacta sobre la costa, no es una «pared» de agua, alta y delgada, sino una «mole» alta y muy ancha.

Los distintos nombres que recibe el tsunami, nos muestran sus características. La propia palabra «tsunami», significa «ola de puerto» en japonés. Se dice (no se si es cierto o es una leyenda) que el término procede de unos pescadores que se adentraron en alta mar, y al regresar vieron su pueblo completamente arrasado por una ola, aunque ellos no la habían visto pasar. Por otro lado, en inglés, a veces se usa el término «tidal wave», que significa «ola de marea». Aunque el término es incorrecto en cuanto al origen de los tsunamis (no tienen nada que ver con las mareas), sí que describe bien su percepción desde la costa, ya que al tener una longitud de onda tan elevada, no parece una ola gigante, sino un repentino aumento del nivel del mar, como si la marea subiera de forma casi instantánea.

Fotograma de la película «El día de mañana», donde se muestra una enorme masa de agua, inundando la costa de Nueva York.

En las películas, se suelen mostrar los tsunamis como olas gigantes, con las mismas proporciones que una ola de viento. Y como hemos visto, esto no es así. Su apariencia se asemeja más a lo que se mostraba en la película El día de mañana, cuando Nueva York es inundado por una enorme montaña de agua, que no parecía descender al otro lado. También suele mostrarse como una ola amenazadora, ya desde alta mar, cuando en realidad no es así. Este detalle es especialmente relevante en el documental Cuatro maneras de acabar con el mundo, del que ya comenté algo hace algún tiempo. La primera de las catástrofes era un tsunami originado por un corrimiento de tierras en la isla de La Palma (no confundir con Las Palmas de Gran Canaria, ni con Palma de Mallorca), y en una de las secuencias, se veía a un hombre aterrorizado, mirando una pantalla con un mapa del Atlántico y unos numeritos representando barcos, que desaparecían al paso del tsunami. En las películas se puede perdonar, pero un documental debería de ser más riguroso.

miércoles, octubre 03, 2007

¡Qué desperdicio! Cifras sospechosas

Haciendo zaping el viernes pasado, vi un trozo de un programa llamado «¡Qué desperdicio!», en el que se intentaba explicar todo el agua que desperdiciamos habitualmente, y cómo podemos evitarlo para ahorrar. En el trozo que vi (como digo, no vi el programa entero), los presentadores hablaban con dos chicas sobre el agua que se gasta en una ducha. Las chicas decían que tardaban unos 15 minutos en ducharse, y que lo hacían 2 ó 3 veces al día. Los presentadores dicen entonces que una ducha gasta unos 20 litros por minuto, por lo que cada chica gastaba la friolera de entre 600 y 900 litros diarios, sólo en ducharse.

El leer a menudo el blog Malaprensa, me ha convertido en un escéptico de las cifras. Creo que 3 duchas diarias de 15 minutos es una exageración, pero bueno, cada cual tiene sus hábitos (y en cuestiones de higiene, más vale pecar de exceso que de defecto). Sin embargo, la cifra de 20 litros por minuto me llamó mucho la atención. ¿No parece un poco exagerado? Pensemos que con un caudal de 20 l/min, podemos llenar una botella de agua de 1 litro, en tan sólo 3 segundos. «No me cuadra» pensé. Así que decidí hacer un sencillo experimento para medir el caudal de agua de mi ducha, y comparar con dicha afirmación (la esencia del método científico).

El experimento es muy simple, y cualquiera puede hacerlo en un par de minutos. Se coge un recipiente de bastante capacidad (un cubo de fregar, por ejemplo), un medidor de líquidos (de esos que todos tenemos en la cocina), y un cronómetro (o un reloj con segundero). Abrimos la ducha (a tope o a la presión que solais utilizar; en mi caso lo hice a tope), y llenamos el recipiente durante un periodo de tiempo determinado. Luego volcamos su contenido en el medidor de líquidos para comprobar el volumen de agua obtenido (si la capacidad no es suficiente, lo haremos por partes, vaciando y rellenando el medidor, y sumando las medidas). Como no es cuestión de gastar demasiada agua, en vez de llenar el recipiente durante un minuto entero, lo hacemos sólo durante unos segundos, y luego multiplicamos por el resultado de dividir 60 entre el número de segundos empleados. Así, si abrimos el grifo durante 6 segundos, multiplicaremos por 10 la capacidad obtenida. Si lo mantenemos abierto 12 segundos, multiplicaremos por 5. Hay que tener en cuenta que cuanto más tiempo tengamos el grifo abierto, menor será el error cometido debido al posible retardo o adelanto que cometeremos al accionar la manilla.

Pues bien, en mi casa hice dos mediciones: Una durante 6 segundos, que resultó en un volumen de agua de unos 0,67 l, y por tanto corresponde a una tasa de 6,7 l/min. Otra durante 12 segundos, que resultó en un volumen de agua de 1,42 l, y por tanto corresponde a una tasa de 7,1 l/m (hay que decir que el segundo decimal es aproximado, ya que la escala de mi medidor tenía una marca cada 0,05 l). Así que me sale una media de 6,9 l/min. Bueno, vale, vamos a decir que 7, ya que la medida de 12 segundos debería ser más fiable. En cualquier caso vemos que esta cifra está muy lejos de los 20 l/min del programa (casi el triple).

Entiendo que los 20 l/min debe ser una media, puesto que la presión del agua varía según la zona, altura (en un mismo edificio, los pisos más altos tienen menos presión que los de abajo), y demás factores no controlables. Así que mi resultado no puede considerarse definitivo ni mucho menos. Aunque si yo estoy tan por debajo de la media, debe haber mucha gente por encima de ella (o unos pocos muy por encima). Así que os invito a que realicéis el mismo experimento, y comentéis aquí los resultados. Cuantos más mejor. Por supuesto, aún así, el resultado total tampoco puede considerarse definitivo, pues no creo que seamos una muestra representativa de la población (hay un sesgo evidente: sólo tenemos en cuenta a los que leéis este blog). Pero puede sacarme de dudas sobre si mi ducha es especialmente ecológica, o en el programa han exagerado algo.

lunes, enero 09, 2006

Un PC es un ordenador ¿y a la inversa?

Aunque no he podido actualizar el blog, el estar de vacaciones me ha permitido ver algunos días el concurso Saber y Ganar, que emiten en La 2 al mediodía. En uno de los programas, preguntaron qué ordenador personal fue un superventas mundial en el año 1983 (o puede que 1982, ahora no lo recuerdo).Foto de un Commodore 64 La respuesta era: el Commodore 64 (bastante fácil, ya que durante la pregunta, mostraron una foto del mismo, donde se podía leer perfectamente el nombre en el teclado). ¿Y? Pues en el enunciado de la pregunta, utilizaban indistintamente los términos "ordenador personal" y "PC", y si bien no es realmente un error, sí puede inducir conclusiones erróneas.

¿Qué es un PC? Bueno, en informática puede significar básicamente dos cosas: Por un lado, PC son las siglas de Personal Computer, es decir, ordenador personal. ¿Y cuál es el problema? Pues que las siglas PC se utilizan también como abreviación de IBM PC, o de IBM PC Compatible. Y éste es el sentido que se le da actualmente a estas siglas.

En este sentido, un PC es un ordenador compatible con el modelo IBM PC, que IBM lanzó allá por 1981, o al menos, un ordenador basado en su arquitectura (ya que no estoy seguro de que un PC actual con un Pentium 4 mantenga plena compatibilidad con el modelo original). Foto de un iMacAsí, un iMac no sería un PC (aunque sí es un ordenador personal). Es más, desde esta perspectiva, un PC no es necesariamente un ordenador personal, ya que hoy en día, es posible utilizar un PC como servidor en determinados ámbitos (en pequeñas redes privadas, por ejemplo).

Allá por inicios de los 80, el término utilizado para denominar a estos pequeños ordenadores de uso doméstico, era el de "micro", abreviatura de microordenador. Foto de un ZX SpectrumÉsta es otra de esas definiciones un tanto ambiguas, pero normalmente se refiere a aquellos ordenadores ochenteros de 8 bits, como el Comodore 64, o el ZX Spectrum (mucho más exitoso en España, a pesar de sus inferiores prestaciones). La mayoría de ellos consistían únicamente en un teclado (con toda la circuitería necesaria dentro) con una salida de TV (los monitores eran para los profesionales).

Resulta anecdótico que el nombre Commodore 64, se refería a la marca (Commodore) y a que tenía 64 K de memoria, que en aquella época era todo un lujazo (el primer ZX Spectrum tenía sólo 16 K, y su sucesor, 48 K). Sí, sí, estoy hablando de Kilobytes, no de Megabytes. Eran otros tiempos, donde los juegos (y el resto de programas, pero en realidad, casi todos utilizabamos juegos) se cargaban en una casette, y el ordenador arrancaba con un interprete de BASIC. El que haya tenido la suerte de utilizar un ZX Spectrum, no habrá olvidado el eterno LOAD "" para cargar los juegos, o los listados aparecidos en revistas, plagados de POKEs y números incomprensibles, que cargaban juegos con vidas infinitas y otras "trampillas".

jueves, noviembre 24, 2005

Más sobre probabilidades y ruletas

Esta misma semana reproduje un correo que recibí, sobre un supuesto método para ganar a la ruleta. Los comentarios del envío me han recordado un episodio de la serie Los Serrano (¿quién decía que aquí no se hablaba de series españolas?). En el episodio en cuestión, el inseparable trío Resines-Bonilla-Fiti conoce a un inspector de Hacienda que resulta que es un experto en teoría de la probabilidad. Ni cortos ni perezosos se lo llevan a un casino, donde arrasan en la ruleta. En la última jugada, como no podía ser de otra forma (en las series convencionales hay que volver al status quo inicial), apuestan todo a un color (rojo o negro, no me acuerdo) y pierden.

Foto cenital del plato de una ruletaUn auténtico experto en probabilidades sabría que da igual el número al que apueste, ya que cualquier número tiene las mismas probabilidades de salir. Hay gente que tiene la creencia de que la probabilidad de que salga un número depende de los números anteriores. Y no es así. La ruleta no tiene memoria. La probabilidad de que salga un número es siempre la misma: 1 entre 37 (o 1 entre 38 en las ruletas americanas con doble cero). Si sale un 6, por ejemplo, la probabilidad de que en la siguiente tirada salga otra vez un 6 es la misma que antes. Y la misma de que salga un 7. Y la misma de que salga un 29.

Cualquier persona con un mínimo conocimiento de cálculo probabilístico lo sabe, y eso son cosas que se enseñan (o enseñaban en mi época) en el colegio. No digamos ya un supuesto experto. Y la escena en la que pierden todo es simplemente ridícula. Aunque un color tuviese más posibilidades que el otro de salir (cosa que no debe ocurrir en una ruleta bien equilibrada), nunca existe la certeza. Y además tenemos el famoso cero, que ni es rojo ni negro, y tiene una probabilidad de 1 entre 37 de salir (como todos los números).

Las únicas posibilidades de que las probabilidades sean distintas es con una ruleta en malas condiciones o un croupier metódico.

En el primer caso, es posible que el plato de la ruleta esté algo inclinado, o que algunas casillas estén más desgastadas que otras, o que tenga cualquier otro defecto físico que provoque que haya números que salgan más que otros. Pero los casinos se cuidan mucho de tener sus ruletas en perfecto estado, y comprobar que todos los números salen más o menos con la misma probabilidad (digo más o menos, porque por pura matemática, es imposible tener la certeza absoluta con un número finito de jugadas).

En el caso de un croupier muy metódico, que siempre gira la ruleta y lanza la bola de la misma forma, el recorrido de la bola (rebotes incluídos) será bastante parecido en cada jugada.

Pero en ambos casos, hay que realizar un estudio previo muy metódico, apuntando los números que salen junto con la posición inicial de la ruleta, y ver si hay algunos números que salen más que otros. Eso supone estar horas mirando y apuntando, sin apostar nada. Y aún así, seguramente la diferencia no será muy grande. Habría que hacer muchas apuestas de poco dinero para, tal vez, sacar una pequeña ganancia cada noche. Y si el casino se da cuenta, seguramente reajustará la ruleta, y tus cálculos anteriores ya no servirán para nada.

Hay una frase atribuída a Einstein que dice así: "La única forma de ganar dinero en la ruleta, es robarlo de la mesa". Y así será mientras no seamos capaces de medir la velocidad y peso de la bola, la velocidad de la ruleta, coeficientes de rozamiento y elasticidad diversos, y demás magnitudes físicas, y realizar los cálculos necesarios, todo en los pocos segundos que transcurren entre que el croupier lanza la bola hasta que dice "no va más".

lunes, octubre 17, 2005

Melenas en ingravidez

A la mayoría os sonará un anuncio de Bailey's, en el que aparecen una serie de personas flotando en un bar, con la leyenda "zero gravity bar". Los despistados que aún no lo hayan visto, podrán hacerlo esta noche, ya que Bailey's patrocina uno de los episodios de CSI (ahora no recuerdo si el de Miami o el de NY). Se supone que no hay gravedad en el interior del bar, y los clientes, vasos, botellas, e incluso los líquidos, flotan libremente por ahí. Pero hay un problema que puede que a la mayoría de la gente le pase inadvertido: el pelo.

En el anuncio aparecen chicas con pelo largo, que no se comporta como si estuviera en gravedad cero, sino que cae hacia el suelo. Únicamente vemos cómo las puntas de la melena ondean un poquito. Bueno, se trata de un anuncio, no de una superproducción. Obviamente se rodó con los actores colgando de cables, con un ventilador para mover un poco el pelo para que no cante demasiado. Primer plano de AkiPero este error sucede también en películas. La que más recuerdo es Final Fantasy, donde la protagonista, Aki, tiene varias secuencias en el interior de una nave en órbita, y su pelo, pese a ondear bastante de un lado a otro con sus movimientos de cabeza, siempre "cae" hacia sus pies (en cualquier caso, hay que decir que el movimiento del pelo es impresionante, teniendo en cuenta que está generado por ordenador).

Mujer astronauta con el pelo largo y rizado flotando¿Cómo se comporta en realidad el pelo en ingravidez o en caída libre? Basta con pensar un poco. Veamos, cada pelo tiene una orientación en su nacimiento, que suele ser más o menos perpendicular a la piel. Por supuesto, hay pelos que no se comportan así y nacen bastante inclinados, como habrán podido comprobar los que sufren los llamados "remolinos" en el pelo.

Es fácil ver esto si nos rapamos al 1 ó al 2. En la mayoría de los casos, queda casi de punta. A medida que crece el pelo, dependiendo de su firmeza, llega un momento en el que empieza a doblarse bajo su propio peso. Pero en ausencia de gravedad, el pelo seguiría creciendo siguiendo la dirección de su nacimiento. El comportamiento sería parecido al que tiene bajo el agua, pero quedando mucho más suelto, ya que el aire es un fluído mucho menos denso y viscoso que aquélla. Una melena en ingravidez, pareceria una "alfombra" de pelo, extendiéndose en casi todas direcciones.Mujer astronauta con el pelo muy largo flotando

Uno puede pensar que tras pasar años bajo los efectos de la gravedad, tal vez el pelo termina por "quedar doblado", y que "caiga" parcialmente hacia los pies, aunque uno se vaya al espacio. Pero viendo fotos de astronautas con el pelo largo, en el interior de una lanzadera o estación espacial, vemos que no es así.

Mujer astronauta con el pelo corto, flotandoEstá claro que imitar este comportamiento sin estar realmente en caída libre es muy difícil (aunque hoy en día se pueden hacer maravillas con los ordenadores en cuestión de efectos especiales). Pero hay una solución muy simple, que es la que adopta la mayoría de las películas: que los personajes tengan el pelo corto, o bien que lo lleven recogido.

sábado, junio 04, 2005

Unidades de medida

Imagen de Jordi Hurtado pesentando Saber y GanarAnteayer jueves, en el concurso "Saber y Ganar" que ponen entre semana en la 2, hicieron a uno de los concursantes una pregunta relativa a la informática. Básicamente decían que el byte era una unidad de medida de información en el mundo de la informática, y que tenía como múltiplos el K o Kilobyte, el Mega o Megabyte, el Giga o Gigabyte... ¿y cuál sigue? Por supuesto, la respuesta correcta es Terabyte, y así lo dijo el cocursante, acertando la pregunta.

Pero tal y como está definida la pregunta, parece que la nomenclatura Kilo, Mega, Giga y Tera provienen del mundo de la informática, y esto no es así en absoluto. Estos y muchos otros prefijos (como centi, mili, micro, nano) provienen del Sistema Internacional de Unidades. Así, el prefijo Kilo indica que el múltiplo es 1000 veces la unidad, como en Kilogramo (1.000 gramos), Kilómetro (1.000 metros) o Kilohertzio (1.000 hertzios). El prefijo Mega indica un millón de veces la unidad, como en Megahertzio o Megavatio. El prefijo Giga indica mil millones, como en Gigahertzio o Gigavatio. El Tera son un billón, y hay muchos más: Peta (mil billones), Exa (trillón), Zetta (mil trillones) y Yotta (cuatrillón).

Los más conocidos, por supuesto son Kilo y Mega. Giga y Tera se han hecho también muy populares gracias a la informática, y tal vez por eso la pregunta se refería a ésta. Pero como ya he dicho, los prefijos provienen del Sistema Internacional de Unidades. Hay que hacer notar que en informática, cada prefijo no supone multiplicar por 1.000 la unidad anterior, sino por 1.024, ya que históricamente los múltiplos de estas unidades son siempre potencias de 2 (1.024 = 210)

Carátula de Regreso al FuturoComo anécdota, comentaré un error de traducción de todos conocido, que se podría haber evitado conociendo estos prefijos. Me refiero, por supuesto a la película Regreso al Futuro. En ella, el chiflado Doc Brown, inventor del DeLorean del tiempo, dice que para activar el viaje en el tiempo, es necesaria una potencia de 1,1 "Gigovatios". Por supuesto, en realidad se trata de Gigavatios (con "a").

También podría considerarse un error, y esta vez de concepto, el utilizar unidades de potencia. Se supone que para realizar el viaje en el tiempo se necesita una cantidad inmensa de energía, pero la energía se mide en julios, no en vatios, que es una unidad de potencia. La potencia es el consumo o generación de energía por unidad de tiempo, y por eso se utiliza normalmente el kilovatio-hora como unidad de energía en las facturas de la luz. Se trata de la energía consumida en una hora, al ritmo de un kilovatio. Supongo que por eso hay gente que aún confunde la potencia con la energía, y piensa que la energía se mide en vatios. Es un error similar al omnipresente año-luz.