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miércoles, junio 13, 2012

Los tiburones no son mamíferos

«¡Pues claro que no!» estaréis pensando tras leer el título. ¿Es que alguien ha dicho lo contrario? Pues resulta que sí. Gracias a un correo de Samuel Cañadas, profesor de biología y blogger de Corbeta Dorada, me entero de que en la web del Colegio Bristol (sí, sí, un colegio), hay una reseña sobre la visita al Zoo Aquarium de Madrid por parte de los alumnos, y el primer párrafo es el siguiente:

¿Os imagináis poder dormir entre tiburones? Pues bien, los alumnos del Colegio Bristol y Afuera tuvieron la oportunidad de disfrutar de una noche difícil de olvidar rodeados de estos aterradores mamiferos marinos en el Zoo Aquarium de Madrid.

Sí, sí. Tal y como leeis: «Mamíferos marinos». Afortunadamente, esta patada ya ha sido corregida, pero a continuación podéis ver una captura de la página sin corregir (pinchad para ver la imagen entera)

Como recordaréis, en el colegio nos enseñaron una clasificación bastante sencilla de los animales vertebrados: mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces (si bien muchos biólogos nos dirían que es una clasificación inexacta y simplista, nos vale para este caso). Los mamíferos (entre los que nos encontramos nosotros), tienen como principal característica la presencia de glandulas mamarias en las hembras, que producen leche con la que alimentar a sus crías. Otras características de los mamíferos (aunque no exclusivas de ellos) son la homeotermia (lo que vulgarmente se conoce como «ser de sangre caliente») o la respiración de aire mediante los pulmones. El tiburón, por el contrario, es un pez, cuya característica principal es que obtienen oxígeno del agua mediante las branquias. Otra característica importante es la ectotermia (lo que vulgarmente se conoce como «ser de sangre fría»). Y por supuesto, lo más importante: no tienen mamas.

Es curioso, porque lo que ocurre a veces es justo lo contrario: pensar que algunos mamíferos acuáticos (como la ballena o el delfín) son peces. Pero llamar mamífero a un tiburón es algo que nunca había visto.

lunes, marzo 26, 2012

Babylon 5: Energía vital

Hoy vamos a retroceder en el tiempo, y voy a recuperar mi serie favorita de televisión: Babylon 5. En uno de los episodios de la primera temporada, la trama gira en torno a una máquina alienígena, cuya función es la de traspasar la energía vital de un ser vivo a otro. Se nos explica que la finalidad original del aparato era la ejecución de sentencias de muerte, aunque los personajes la utilizan para curar, a costa de debilitar al generoso donante de «energía vital». Esta máquina aparecerá en posteriores episodios, llegando a ser fundamental en el destino de algunos protagonistas.

Bueno, la energía vital (o fuerza vital, o impulso vital o el nombre que se le quiera dar) simplemente no existe. Nuestra salud no depende de que tengamos más o menos energía vital, sino de complejas reacciones bioquímicas. Cuando tenemos una dolencia, simplemente nuestro cuerpo tiene una avería o sufre un sabotaje, que afecta al correcto funcionamiento del mismo. Así por ejemplo, la anemia no es resultado de una pérdida de ninguna energía vital, sino de una disminución de nuestros glóbulos rojos. Si tenemos una enfermedad infecciosa, no necesitamos recibir esa supuesta energía, sino eliminar de nuestro cuerpo los microorganismos que la causan (cosa que suele hacer nuestro sistema inmunitario). Si nos hacemos un corte severo, no se nos escapa la energía vital, sino la sangre (y si perdemos demasiada, necesitamos una transfusión de este líquido, no de esa energía). En fin, que cuando tenemos una afección, hay que encontrar la causa y actuar sobre ella. Y esa causa puede ser muy diferente según el caso. Es obvio que no es lo mismo una hemorragia que una infección, y requieren tratamientos diferentes.

El concepto de energía vital viene de la antigüedad, cuando los pensadores y filósofos no podían explicar por qué los seres vivos estaban vivos. ¿Qué diferenciaba un objeto inerte o una máquina de un ser vivo? ¿Por qué necesitamos respirar? ¿Por qué morimos? O mejor aún ¿qué le ocurre a nuestro cuerpo cuando morimos? La única explicación posible era algún tipo de fuerza desconocida que animaba los seres vivos.

La química moderna ha ido explicando poco a poco todo aquello que se atribuía a esa misteriosa fuerza vital, hasta descartarla por completo. Pensemos en un ejemplo aparentemente sencillo, de esos que nos enseñaron en el colegio. ¿Por qué necesitamos comer y respirar? Pues para que en las mitocondrias de nuestras células, el carbono que ingerimos se combine con el oxígeno que respiramos, produciendo energía. En realidad, las cosas no son así de simples. Para que esto ocurra, son necesarios otros procesos, como las reacciones que sufren los alimentos a lo largo del aparato digestivo para poder ser asimilados, o la combinación del óxígeno con la hemoglobina de la sangre para llegar a la célula. Además, a la célula no llegan átomos de carbono sueltos, sino formando parte de moléculas orgánicas, por lo que el proceso global es bastante complejo (echadle un ojo a un gráfico del ciclo de Krebs sin marearos; si eres bioquímico, no vale). La energía que desprende la reacción del carbono y el oxígeno no tiene nada que ver con el concepto de energía vital. De hecho, la energía desprendida se usa inmediatamente en otras reacciones químicas, formando moléculas que almacenan esta energía como si fueran pequeñas baterías (como el ATP), y que serán utilizadas en otra reacción química futura, cuando sea necesario. Como veis, algo muy complejo, pero explicable en términos químicos.

«Ya , pero es una máquina alienígena, de una especie muy avanzada y desconocida». Sí, pero las leyes físicas son las mismas para todos. Aunque el médico protagonista no alcanzara a entender como funciona el aparato, nunca debería haber recurrido a la fuerza vital como posible explicación. Más bien tendría que haberse preguntado cómo puede funcionar con una especie diferente a para la que fue diseñado, cómo diagnostica y cura una variedad casi ilimitada de afecciones, y por qué debilita al «donante».

viernes, febrero 10, 2012

Piraña 3D

Carátula de la película

Por fin he visto la película Piraña 3D (sí, ya sabéis que me encantan este tipo de pelis), así que voy a comentar algo de lo que algunos de vosotros ya me habíais avisado. En la peli, un movimiento sísmico abre una cueva en un lago, en la que una población de pirañas llevaba atrapada desde épocas prehistóricas, de forma que los bichos salen a buscar comida fresca (es decir, bañistas). Ante la obvia pregunta de cómo han podido sobrevivir durante tando tiempo, sin comida, la respuesta del científico de turno (Christopher Lloyd, que a veces parece no poder librarse de Doc Emmet Brown) es una sola palabra: «canibalismo». Es decir, durante millones de años, generaciones de pirañas se han alimentado de sí mismas.

Los que recordéis el post sobre Matrix, sabréis por qué esto es totalmente imposible. Los seres vivos somos endotérmicos, es decir, consumimos más energía de la que se puede obtener de nosotros. Así de simple.

En el caso concreto de los animales, para «crear» uno y que crezca un poco, necesitamos proporcionarle una cantidad de nutrientes mucho mayor de la que podemos obtener de él si decidimos comérnoslo. Nuestro ecosistema depende de la energía que nos proporciona el sol. Dicha energía permite a las plantas realizar la fotosíntesis y transformar minerales en nutrientes. Los animales hervívoros se comen las plantas, obteniendo nutrientes de ellas, y los carnívoros se comen otros animales. Sin sol, se rompe el primer eslabón de la cadena. Las plantas morirían, y cualquier población animal desaparecería en poco tiempo, aunque se comieran unos a otros. Creo que es bastante evidente que para cualquier especie que podamos imaginar (pirañas incluidas), no bastan los nutrientes de un único ejemplar para alimentar a otro desde el estado embrionario, hasta una edad que permita la reproducción.

Hay otro aspecto en esta historia que también podría ser mala ciencia. Como sabéis, las especies cambian para adaptarse al entorno. Es la famosa evolución. No puedo imaginar un cambio más drástico que quedar aislado del resto del mundo en un entorno cerrado y sin luz. Entonces ¿cómo es que las pirañas prehistóricas no han cambiado en nada? El aislamiento no es una explicación plausible en este caso, ya que no se ha mantenido un ecosistema completo. Sólo están ellas, y entre otras cosas, han perdido la luz, y han cambiado su dieta. A menos que pensemos que en su origen, esa especie ya vivía en esas condiciones.

miércoles, marzo 30, 2011

Ángel o demonio: Grupos sanguíneos

Si conocéis la serie Ángel o demonio, seguramente estaréis pensando «¿qué sentido tiene hablar de ciencia en una serie de corte sobrenatural». Pues lo tiene, cuando se trata precisamente de un aspecto no sobrenatural. Para los que no conozcáis la serie, trata básicamente del enfrentamiento entre una chica adolescente que acaba de descubrir que es un ángel, y una «familia» de demonios y ángeles caídos que disfrutan haciendo el mal, malmetiendo a sus victimas.

En el episodio del que voy a hablar (el 7º), los demonios eligen a un matrimonio con una niña, cuya madre está esperando un segundo hijo. Usando como excusa un corte que se hace la niña y su asistencia al hospital, falsean los análisis de sangre para que muestre que la niña en cuestión es del grupo sanguíneo O (cuando en realidad es del grupo A). Como resulta que la madre es AB y el padre es A, éste se mosquea y llega a creer que la hija no es suya, y su mujer lo ha engañado. En un momento dado, lo vemos nervioso, mirando en Internet una tabla que indica qué grupo puede tener o no una persona, dependiendo del grupo de sus progenitores. En ella vemos que un padre A y una madre AB no pueden tener un hijo O.

Pero el problema es que no importa el padre, una madre AB no puede tener un hijo O. En general, si uno cualquiera de los dos progenitores es AB, el hijo será A, B o AB (dependiendo del grupo del otro progenitor), pero nunca O. El motivo es muy sencillo de entender. En el colegio nos enseñaron que cada uno de nuestros genes está formado por 2 alelos. Para el gen que codifica nuestro grupo sanguíneo hay tres posibles alelos: A, B, i. El alelo i (responsable del grupo O) es recesivo, mientras que los alelos A y B son dominantes (codominantes entre sí). Sólo cuando ambos alelos son i, el grupo es O. Si uno de los alelos es i, y el otro es A o B, el grupo será A o B respectivamente. Obviamente, si ambos alelos son A o B, el grupo es A o B. Y si un alelo es A y el otro B, el grupo es AB.

Para verlo más claro, vamos a ver las posibles cominaciones en una tabla:

AlelosGrupo
iiO
AiA
AAA
BiB
BBB
ABAB

Cuando un hombre y una mujer conciben un niño, éste recibe la mitad del material genético de su padre, y la otra mitad de su madre. En el caso concreto del gen del grupo sanguíneo, uno de los alelos vendrá del padre, y el otro de la madre. Si uno de los progenitores es AB, uno de los alelos del hijo será necesariamente A o B, por lo que el grupo sanguíneo de éste nunca podrá ser O, independientemente del grupo del otro progenitor (recordad, para que el grupo sea O, la combinación de alelos debe ser ii). Así, en la serie, el que el padre creyese que la niña fuera O, no debería haberle llevado a pensar que él no era el padre, sino que algo muy extraño había ocurrido.

Lo curioso es que si nos fijamos bien en la web que consulta el padre, parece que es correcta (no sé si será real, o se hizo para el rodaje). No se muestra entera, pero sí que podemos ver un instante la tabla correspondiente a un padre de grupo O, y se ve claramente que si la madre es AB, el hijo no puede ser O ni AB. Así que tal vez, estrictamente hablando, no estemos ante un caso de mala ciencia en la serie, sino que este personaje concreto se ofusca y no se da cuenta de que no hay padre posible para su hija si de verdad es A y su esposa es AB. La moraleja que podemos extraer es que con calma y el conocimiento científico que nos enseñan en el colegio, podemos evitar que nos manipulen unos malvados demonios.

viernes, octubre 02, 2009

Bola de Dragón y el lamarquismo

Portada del volumen 1 del manga original

En el programa de radio en el que participé la semana pasada, uno de los colaboradores mencionó algo en lo que nunca había pensado: el lamarquismo presente en Bola de Dragón. Una reflexión digna de un personaje de una película de Kevin Smith.

Primero recordemos algunos aspectos de Bola de Dragón. Como sabéis, cuando Son Goku (espero no tener que aclarar que es el protagonista) ya es adulto y tiene su primer hijo, Son Gohan (cuando en la serie de TV, el nombre cambia a Bola de Dragón Z), descubrimos que es un alienígena: un saiyajin (horrorosamente traducido por el doblaje de Telemadrid como «guerrero del espacio»). Más adelante, en la eterna pelea contra Freeza (aunque en el doblaje decían algo así como «Freezer»), Goku adquiere la capacidad de transformarse en un supersaiyajin, con su característico pelo rubio y hacia arriba, ojos azules, y una fuerza muchísimo mayor. Poco después, Vegeta (para los despistados, otro saiyajin) aprende también a transformarse en supersaiyajin, y posteriormente, Goku enseña a Son Gohan a hacer lo mismo.

Son Goku en estado normal y en estado supersaiyajin

Pero he aquí que tras la saga de Célula, Goku tiene un segundo hijo, Son Goten, y Vegeta también tiene un hijo, Trunks. Y estos dos niños son capaces de transformarse en supersaiyajin sin esfuerzo, sin que nadie les haya enseñado. Aparentemente han heredado esta capacidad de sus padres. Pues bien, eso es lamarquismo.

¿Qué es eso del lamarquismo? Bueno, Jean-Baptiste Lamarck fue un naturalista francés, contemporáneo a Charles Darwin (aunque murió tres años antes de que Darwin iniciara su famoso viaje en el Beagle). Postuló una teoría de la evolución de las especies, basada en mecanismos distintos a la que posteriormente proporndría Darwin. El más conocido, y al que uno se suele referir cuando se habla de lamarquismo, es el de la herencia de caracteres adquiridos (aunque Lamarck postuló más cosas).

¿Qué quiere decir esto? Bueno, imaginemos por ejemplo unos conejos. Cuando aparece un lobo o un zorro, los conejos no tienen más opción que huir lo más rápido posible. Según el lamarquismo, los conejos van adquiriendo más rapidez a lo largo de su vida, debido a esa necesidad de huir del depredador, y cuando procrean, su descendiencia hereda esta rapidez. Según el darwinismo, por simple diversidad, en una camada hay conejos más rápidos que otros, de forma que los más rápidos tienen más posibilidades de sobrevivir y procrearse, transmitiendo a su prole esa rapidez. Fijáos en la diferencia fundamental: en el caso del darwinismo, un animal tiene unas características definidas desde su nacimiento, y (si sobrevive) las transmite a su progenie, mientras que en el caso del lamarquismo, un animal es capaz de transmitir características que no tenía anteriormente, sino que las ha adquirido a lo largo de su vida.

Un ejemplo más simple: un hombre se dedica al atletismo, y a base de entrenamiento se convierte en un plusmarquista olímpico. Según el lamarquismo, si tiene hijos, serán unos atletas de forma innata.

Goten y Trunks en estado supersaiyajin

Con la llegada de la genética y la comprensión del ADN, parece claro que la teoría de Lamarck era equivocada. Sólo se pueden heredan aquellas características que vengan definidas en el ADN, por lo que no se pueden transmitir características adquiridas o aprendidas. ¿No? Bueno, existen una posibilidad: la alteración del ADN. Si la adquisición de esa nueva característica va asociada a un cambio en el ADN del individuo, sí que se podrá transmitir a su descendencia. Y parece que hay estudios que apuntan en esa dirección en algunos casos concretos (como por ejemplo, con las bacterias).

Volvamos ahora a Bola de Dragón. Son Goten y Trunks heredan de sus padres la capacidad de transformarse en supersaiyajin. Eso sólo podría ocurrir si el ADN de Son Goku y Vegeta se hubiera alterado. Bueno, ¿quién sabe? Despues de todo, son alienígenas.

martes, marzo 10, 2009

Congelando y descongelando

Carátula de la película Batman y Robin

Hace poco comenté un detalle sobre la película El Caballero Oscuro. Hoy vamos a tomar como punto de partida una película sobre el mismo personaje, pero que está en las antípodas de aquélla: Batman y Robin. En la peli, uno de los villanos es Mr. Freeze (o Sr. Frío, como gustéis), que tiene la mala costumbre de congelar a la gente, dejándolos recubiertos de una buena capa de hielo. En la peli se menciona varias veces que si no se descongela a la víctima al cabo de unos 11 minutos, morirá. De esta forma, aunque Robin es congelado, Batman lo descongela a tiempo y pueden seguir juntos sus correrías (no seáis malpensados). Y al final de la peli, el bat-trío (Batgirl ya se había unido a ellos) salva a toda la población de Gotham, que había sido congelada minutos antes.

Dado que se establece un límite temporal bastante corto para salvar a una persona congelada, hemos de suponer que la víctima no queda en animación suspendida ni nada similar, sino que permanece vivo y puede que consciente. En ese caso, los 11 minutos parecen demasiado tiempo. ¿Por qué? Bueno, la víctima es recubierta completamente de hielo, así que para empezar, no puede respirar. No hay aire a su alrededor. ¿Conocéis a alguien que aguante tanto tiempo su respiración? La mayoría de la gente debe andar cerca del minuto, tal vez dos. Concedamosle a Robin más aguante, ya que es un atleta, pero el resto de congelados son personas normales y corrientes. La mayoría se habría asfixiado antes de llegar a los 11 minutos.

Bueno, uno podría pensar que tal vez la víctima sufra una hipotermia que disminuya su necesidad de oxígeno, y pueda aguantar más tiempo. De hecho, estar encerrado en un bloque de hielo, no es muy bueno para la salud, y parece probable que la víctima sufra dicha hipotermia. Es más, al estar completamente cubierto de hielo, y estar éste en contacto con la piel, uno podría sufrir congelación en dedos, orejas, nariz, u otras zonas especialmente susceptibles. En cualquier caso, sería necesaria asistencia sanitaria tras la descongelación de la víctima. Sin embargo, en la peli, los «descongelados» están tan panchos, sin más molestia que la de tener frío.

Inevitablemente me viene a la cabeza otra variantes de la congelación de personas en bloques de hielo, bastante común en los cómics de superhéroes: el personaje queda en estado de hibernación, animación suspendida, o lo que queráis, durante meses, años o siglos, hasta que revive al ser descongelado. El caso más conocido creo que es el del Capitán América, héroe de la Segunda Guerra Mundial, que es congelado en el mar, y recuperado por Los Vengadores tras varias décadas (originalmente, en los 60). El capi revive por sí solo una vez el hielo se derrite.

Viñeta que muestra al Capitán América inconsciente sobre una mesa, con Thor, Iron Man y la Avispa alrededor

En este caso, el problema es mayor. Por un lado, una persona congelada durante tanto tiempo, necesariamente está muerta. Ha dejado de respirar, su corazón ha dejado de latir, su temperatura corporal ha disminuido por debajo de 0º C... en fin, muerta. El personaje en cuestión tendría que ser revivido con ayuda médica, calentando su cuerpo y reactivando el corazón. Eso como mínimo, suponiendo que sea posible revivirlo.

Pero además, el propio proceso de congelación daña el cuerpo. Por un lado, el agua tiene un comportamiento anómalo con la temperatura, entre 0º y 4º C. Su volumen, en vez de ser aumentar con la temperatura, disminuye. Esto provoca el fenómeno conocido por todos que consiste en que al congelarse, el agua aumenta su volumen, de forma que si metemos una bootella llena de agua (o de un líquido que contenga mucha agua) en el congelador, ésta revienta al congelarse el agua (empíricamente comprobado con botellas de cerveza y vino blanco, aunque obviamente sin intención; mi pasión por la ciencia no llega a tanto). Por otro lado, dependiendo de la velocidad a la que se congela, el agua puede formar cristales al convertirse en hielo. Y nuestro cuerpo contiene bastante agua, por lo que estos fenómenos producirían daños irreversibles en células y tejidos (sobre todo la cristalización). ¿Nunca os habéis preguntado por qué la merluza congelada no sabe igual ni tiene la misma textura que la merluza fresca?

Precisamente, los daños que sufre el cuerpo durante la congelación, son un problema en la posible crionización de seres humanos. Se intenta solventar tratando el cuerpo con una serie de compuestos, llamados crioprotectores, que evitan la formación de estos cristales. Pero fijaos que el cuerpo a congelar debe de ser especialmente tratado. Una persona congelada sin más, sufriría daños celulares durante el proceso de congelación, que harían inviable su reanimación. Bueno, vale, en el caso de Capitán América, puede colar (muy pillado por los pelos) que el suero de supersoldado que se le inyectó en su día, sirva como crioprotector. Pero cualquier otra persona moriría sin remedio al encerrarla en un cubito de hielo gigante.

jueves, octubre 09, 2008

SG-1: Cielo Rojo

Carátula del pack DVD de la quinta temporada de la serie

Hoy volvemos a la serie «Stargate: SG-1», con un episodio del que se pueden comentar varias cosas, todas ellas derivadas del elemento principal de la trama. El episodio en cuestión se titula «Cielo Rojo» (quinta temporada). En él, nuestros amigos llegan a un planeta de forma un poco accidentada, ya que la Mayor Carter tuvo que hacer algún apaño con el Stargate, al marcar las coordenadas. El planeta está habitado (por una cultura que adora a los Asgards), y al poco rato de llegar, el sol se vuelve rojo. Esto supone un terrible problema, ya que al recibir únicamente luz roja, las plantas no realizan la fotosíntesis, y por tanto, no se genera oxígeno (que obviamente es consumido por todos los seres vivos). Esto produciría con el tiempo, la muerte de toda la vida del planeta. La Mayor Carter teoriza que el sol se ha contaminado accidentalmente con plutonio (tiene que ver con el funcionamiento del Stargate y el apaño que hizo, pero eso no viene ahora al caso), y tras un rato, deduce que podrían arreglarlo si transportaran al mismo, algún elemento superpesado estable, con peso atómico superior a 200. Pero dichos elementos no existen en la naturaleza, y recurren a un científico (de la Tierra) que había sintetizado durante 5 años, justo lo que necesitaban.

De momento lo dejaremos aquí, ya que con esta trama tenemos tres temas diferentes donde encontrar mala ciencia: biología, astrofísica y química.

Comencemos por el problema de la luz. Bueno, como todos recordaréis, en el cole nos enseñaron que la fotosíntesis es un proceso mediante el que las plantas absorben luz y transforman materia inorgánica en orgánica, desprendiendo oxígeno (hay otros tipos de fotosíntesis, pero ésta es la que nos interesa). Ciertamente, sin la fotosistesis, la vida tal y como la conocemos es imposible. Por un lado, las plantas son el suministro de oxígeno necesario para la vida. Por otro, son el pilar sobre el que se apoya toda la cadena alimenticia, ya que son los únicos seres vivos que no se alimentan de otros.

En el episodio se establece que con luz roja no se produce fotosíntesis. Pero eso no es cierto, ya que la clorofila absorbe tanto luz azulada como rojiza. De hecho, es verde porque refleja la luz verde y absorbe el resto. Así que la fotosíntesis de las plantas no se detendría por el cambio de luz. Podemos pensar, no obstante, que al recibir menos cantidad de energía luminosa (hemos perdido la parte azul del espectro), se produciría menos oxígeno, y que sería igualmente devastador para el ecosistema, y tal vez letal para la especie humana. En cualquier caso, me gustaría elogiar la imaginación de los guionistas por evitar el tópico de la estrella inestable que va a explotar, y proponer un efecto más sutil, pero igualmente destructivo para la vida.

Vayamos ahora con el cambio de color de la estrella. En el episodio, la estrella tarda unos minutos en volverse roja, sin variar su tamaño. La causa: una «contaminación» con plutonio (Carter lo llama «envenenamiento con plutonio»). Veamos, el color de una estrella depende de la temperatura de su superficie. De hecho, los astrónomos calculan la temperatura superficial de las estrellas en función del espectro de la luz que emiten (su color, para entendernos), y han creado un sistema de clasificación estelar basado en él. Según este sistema, las estrellas se clasifican en uno de estos tipos, de mayor a menor temperatura: O (azul), B (blanco azulado), A (blanco), F (blanco amarillento), G (amarillo), K (naranja) y M (rojo). Como veis, las estrellas rojas están en la cola de la clasificación, y son las estrellas más frías.

Fotograma del episodio, que muestra un paisaje con iluminación rojiza

¿De qué depende la temperatura superficial (y por tanto, el color) de una estrella? En estrellas de la secuencia principal (etapa en la que las estrellas pasan la mayor parte de su vida), básicamente depende de su masa. Como comenté hace poco (en un envío dedicado también a esta serie), una estrella se mantiene en equilibrio debido a la acción de dos fuerzas opuestas: su gravedad y la expansión producida por las reacciones nucleares. Parece fácil ver que cuanta más masa tenga una estrella, mayor será su gravedad, y por tanto, para mantenerse en equilibrio, mayor será la fuerza de expansión, debido a una mayor «combustión» del hidrógeno de su interior, y más energía liberará. Es decir, cuanto mayor sea la mása, más caliente será la estrella. Además, la densisdad de estas estrellas no varía demasiado entre ellas, por lo que a más masa, más tamaño.

Esto trae como consecuencia algo curioso, que al principio parece ir en contra de la intuición: cuanto más grande sea la estrella, más corta será su vida. En efecto, aunque uno puede pensar que si una estrella tiene más hidrógeno que otra, debería «durar» más, la que tiene más masa consume su hidrógeno a un ritmo mucho mayor. Esto hace que las estrellas de la secuencia principal, cuanto más calientes, más efímeras. Puesto que las estrellas rojas son las más frías, son las más longevas, así como las más pequeñas (y también las más tenues). Por ello, se las llama enanas rojas. Estas estrellas son más pequeñas y con menos masa que nuestro sol.

Las enanas rojas no son las únicas estrellas rojas. En varias ocasiones he comentado que a medida que una estrella de la secuencia principal agota su hidrógeno, se expande hasta formar una gigante roja. Sin entrar en detalles, lo que ocurre es que el núcleo se comprime, y por tanto se calienta. Esto inicia nuevas reacciones nucleares que aumentan la fuerza expansiva de la estrella, rompiendo su equilibrio. Así la estrella se hincha, hasta encontrar un nuevo punto de equilibrio. Aunque se produce más energía, al aumentar tanto el tamaño de la estrella, el calor generado debe repartirse por más volumen, estando además la corteza más separada del nucleo, lo que hace que la temperatura superficial disminuya.

Volviendo al episodio, hemos de suponer que la estrella del planeta que visita el SG-1 es amarilla, como nuestro sol. La temperatura superficial de las estrellas de tipo G (amarillas) se encuentra entre los 5.000 y 6.000 K, y las de tipo M (rojas) entre 2.000 y 3.500 K. Es decir, la superficie de la estrella tendría que haberse enfriado algunos miles de kelvins, sin cambiar de tamaño. Y eso es imposible. Un cambio de temperatura implica una alteración del equilibrio de la estrella, y por tanto, implica un cambio en el tamaño de la estrella. Ya no hablemos de si un poco de plutonio puede provocar un cambio tan radical en una estrella, y que además ocurra en pocos minutos.

Veamos ahora la solución que propone Carter: depositar en el interior de la estrella un elemento más pesado y estable. Concretamente, uno de peso atómico superior a 200, álgo que, según ella, no ocurre en la naturaleza, y sería necesario sintetizarlo en aceleradores de partículas. Pues va a ser que no. Existen elementos de peso atómico superior a 200 en la naturaleza, como el plomo, el bismuto, o el radón. El propio plutonio tiene un peso atómico superior.

Fotograma del episodio, que muestra a la Mayor Carter hablando con dos manzanas en las manos

Es posible que lo que los guionistas hayan confundido el concepto de peso o mása atómica, con el de número atómico. En el colegio nos enseñaron que el número atómico de un elemento, es el número de protones de su núcleo. Este número es el que define a un elemento, y lo diferencia de otro. Por otro lado, la masa atómica de un elemento, es la masa de un átomo, expresado normalmente en unidades de masa atómica (u), que corresponde a la duodécima parte de la masa de un átomo de carbono-12 (el isótopo más común del carbono). Un átomo de carbono-12 tiene un núcleo formado por 6 protones y 6 neutrones, y una corteza de 6 electrones. La masa de un protón es muy similar a la de un neutrón, y ambas son muy superiores a la de un electrón. Por tanto, la masa atómica corresponde aproximadamente con el número total de protones y neutrones de un átomo. Hay que añadir que los elementos pueden tener distintos isótopos. Recordando nuevamente las lecciones de química del colegio, los diferentes isótopos de un mismo elemento, tienen distinto número de neutrones en el núcleo (el número de protones es siempre el mismo, o estaríamos hablando de otro elemento), por lo que obviamente, tienen distinta masa. Así, cuando se habla de la masa atómica de un elemento, sin especificar un isótopo en concreto, uno se refiere a la media de las masas atómicas de sus isótopos, ponderada según su abundancia en la naturaleza.

Pero si querían referirse a alún elemento con número atómico superior a 200, tenemos otro problema. Sí, es cierto que tales elemento no existen en la naturaleza, y que podrían sintetizarse en un acelerador de partículas. De hecho, el plutonio, con número atómico de 94, es el último elemento de la tabla periódica que aparece en la naturaleza. De ahí en adelante, todos son sintéticos. El problema es que el motivo por el que dichos elementos no aparecen en la naturaleza, es que son inestables. Su vida media es demasiado corta (en ocasiones, de segundos o menos), y se desintegran rápidamente, transmutándose en otros elementos más ligeros. De algunos de ellos, ni siquiera se conoce su apariencia o propiedades químicas, ya que al sintetizarse en aceleradores de partículas, sólo se han obtenido átomos contados. Además, el último elemento sintetizado (ununoctio) tiene número atómico de 118, habiéndonos saltado el 117 (ununseptio), aún por sintetizar/descubrir. El salto hasta el 200 (habría que llamarlo «binilnilio») es brutal, y la experiencia previa indica que sería también inestable.

Otro detalle importante es que no hay aparentemente ninguna razón para que Carter se decante por el 200. La tabla periódica de los elementos, se llama así, porque determinadas propiedades aparecen periódicamente a medida que avanzamos por la tabla. Los elementos de una misma columna comparten características. Por ejemplo, todos los elementos de la columna VIII-A (grupo 18 o gases nobles), son gases y químicamente inertes. El razonamiento de que a partir de determinado número atómico, los elementos van a tener determinadas propiedades (arreglar el envenenamiento por plutonio), va en contra de este concepto.

miércoles, febrero 13, 2008

Reanimator y el doctor decapitado

En el envío sobre el instantáneo veneno de El Mundo Perdido, un lector comentó que en la película Tú asesina que nosotras limpiamos la sangre, la prota le da vueltas a la idea de si tras una decapitación, la cabeza puede seguir hablando. No he visto dicha peli, pero en seguida me acordé de Re-animator, película gore basada en el relato Herbert West: Reanimador de H. P. Lovecraft, en el que un médico (Herbert West, claro) inventa un suero que reanima a los muertos. Más o menos a la mitad de la peli, el prota decapita a un doctor rival, e inmediatamente inyecta su suero en la cabeza y el cuerpo. Ambas «partes» resucitan, y mientras la cabeza habla con el Dr. West, el cuerpo le ataca por detrás y le deja inconsciente. Este decapitado doctor será el villano durante el resto de la peli.

La película, a pesar de las vísceras y sangre que derrama, tiene algo de comedia y no hay que tomarla muy en serio. Pero aún creyéndonos que es posible reanimar a un muerto con un suero, y que además es capaz de mantenerlo vivo pese a no curar las heridas que lo mataron (como tener separada la cabeza del cuerpo), hay algunos detalles del decapitado que merecen la pena comentarse.

La primera de ellas es evidente: ¿Cómo puede hablar la cabeza? Y no me refiero a que la cabeza conserve o no capacidad de lenguaje, sino a la posibilidad física de emitir sonidos. Cuando hablamos, expiramos aire de nuestros pulmones, y hacemos vibrar nuestras cuerdas vocales. Esto produce un sonido, que posteriormente articularemos mediante la boca. Si el aire no pasa por las cuerdas vocales, y éstas no vibran, no podemos usar nuestra voz. Podemos hacer lo que comúnmente denominamos «hablar en voz baja», exhalando aire sin hacer vibrar las cuerdas vocales, por lo que en cualquier caso, para hablar es imprescindible hacer circular el aire a través de nuestra boca, y para ello necesitamos los pulmones. Una cabeza sin cuerpo, sencillamente no puede forzar dicha circulación de aire, y por tanto, no puede hablar. Además, dependiendo de en qué parte del cuello se haya producido la rebanación, puede que incluso las cuerdas vocales hayan sido seriamente dañadas. En la peli, sin embargo, la cabeza del doctor podía hablar con su voz, e incluso gemía y todo.

Otro detalle curioso es el hecho de que la cabeza sigue controlando el cuerpo, después de la decapitación. En una persona viva, el cerebro se comunica con los músculos mediante el sistema nervioso, que transmite los impulsos eléctricos que genera el cerebro, hasta su destino. ¿Cómo puede entonces una cabeza separada de su cuerpo, seguir enviando dichos impulsos? ¿Cómo se transmiten? Y recordemos que en la peli, el proceso de reanimación no es algo sobrenatural, sino que lo produce un suero desarrollado por un científico, es decir, no podemos tirar de la frase «lo hizo un mago» (esta vez no hay no-premio, que la cita es repetida).

Como curiosidad final, hay que decir que la peli tiene un pelín de buena ciencia. La mayoría de los reanimados se comportan de forma irracional, sin capacidad de habla, como si fueran animales. Los protas lo explican con el deterioro de las células del cerebro, que comienza tras la muerte (mejor dicho, tras la interrupción del suministro de oxígeno al cerebro, ya que el deterioro en sí es la muerte cerebral). Sin embargo, la reanimación del médico se realiza pocos segundos tras su decapitación, por lo que conserva perfectamente sus facultades mentales (si se me permite el chiste fácil, es el único reanimado que no pierde la cabeza).

jueves, enero 17, 2008

El Mundo Perdido: Veneno mortal en 2 milisegundos

Hace algunos meses comenté un detalle sobre la peli El Mundo Perdido (la basada en la novela de Michael Crichton, no la de Conan Doyle). Hoy comentaré otro que tampoco tiene mucho que ver con los dinosaurios en sí. En la peli, uno de los expedicionarios del primer grupo le enseña al matemático un rifle para lanzar dardos envenenados. El veneno utilizado es el más mortífero conocido, y comenta que mata en dos milésimas de segundo. El matemático le pregunta si hay un antídoto, a lo que el interpelado le contesta, más o menos que para qué, que uno se muere antes de sentir el pinchazo.

Pensemos un poco en las implicaciones de la frase. El veneno te mata antes de sentir el pinchazo, es decir, antes de que los impulsos eléctricos que generan los sensores de la piel, lleguen al cerebro. ¿Cómo mata un veneno? Bueno, como sabéis, la biología no es mi fuerte, pero sí puedo decir que todos tienen en común lo siguiente: deben introducirse en el cuerpo (por inhalación, absorción de la piel, etc), y dañar células, tejidos u órganos. En la peli, se utilizan proyectiles que se clavan en la víctima. Podría ser que la toxina comenzara a dañar células y tejidos desde el punto de entrada, hasta que el daño alcance órganos vitales. O podría ser que se introdujera directamente en el torrente sanguíneo, y circulara hasta alcanzar un órgano vital, donde comenzaría el proceso de destrucción de tejidos. En cualquier caso, todo eso requiere algo de tiempo. Y sí, hay venenos y toxinas que actuan con muchísima rapidez, pero la muerte no puede ser más rápida que el impulso eléctrico que viaja desde la piel a nuestro cerebro.

Otro detalle sobre el que debemos reflexionar es ¿qué es exactamente morirse? Seguro que muchos diréis que es cuando uno deja de respirar, o su corazón deja de latir, o ambas cosas. Sin embargo, esto no es así. Todos habréis oído hablar de la RCP o reanimación cardiopulmonar. Cuando una persona sufre una parada cardiaca o deja de respirar, aún puede ser salvado. ¿Cómo? Bueno, esto nos lleva a la pregunta de antes: ¿qué es exactamente la muerte?

Como sabéis, todas las células de nuestro cuerpo necesitan oxígeno para realizar la combustión celular, y mantenerse vivas. Este oxígeno es obtenido mediante los pulmones y transportado por la sangre. Cuando el suministro de oxígeno se interrumpe (bien porque la sangre deja de circular, bien porque deja de entrar oxígeno en los pulmones), las células comienzan a deteriorarse y morir. Esto incluye las células que componen nuestro cerebro. Pero el deterioro no es instantáneo. El cerebro puede sobrevivir unos minutos sin suministro de oxígeno (no demasiado), aunque cuanto más tiempo transcurra así, más probabilidades hay de lesiones importantes e irreversibles, o finalmente la muerte cerebral (la muerte «de verdad»).

Esto quiere decir que por muy rápido que actue un veneno, y aún creyéndonos que el de la peli «mata» en dos milisegundos, no significa que un antídoto sea inútil, como se insinua en la peli. Si se actua con rápidez y se inyecta mientras se practica una RCP, la víctima puede salvarse.

miércoles, octubre 31, 2007

Kyle XY: desarrollando el cerebro

Hoy volvemos con la serie Kyle XY, y con algo que tiene que ver con el anterior artículo que escribí sobre la serie. En el episodio de la semana pasada (el primero de la segunda temporada), el «creador» de Kyle le habla sobre el desarrollo del cerebro durante la gestación. Dice que Albert Einstein nació unas semanas fuera de cuentas, por lo que su cerebro pudo desarrollarse durante más tiempo, y por eso fue un genio. Partiendo de ese dato, se hicieron experimentos para tener recien nacidos con el cerebro más desarrollado, retrasando el parto. El problema era que las madres morían durante el mismo, por lo que se desarrolló una especie de útero artificial donde gestar los «sujetos». Así, le revela a Kyle que él se gestó en una de esas máquinas, durante casi toda su vida, hasta poco antes del inicio de sus recuerdos.

Bueno, no sé cuánto hay de cierto en la historia de Einstein. Se dice que su cerebro era más grande que la media, aunque desconozco si es cierto o no, o si la desviación de la media es significativa. Lo importante aquí es la hipótesis de que cuanto más tarde el niño en nacer, más se desarrollará el cerebro, y más inteligente será. Y es que, aunque es cierto que cuanto más tarde en nacer, más desarrollado estará el cerebro (y otras partes del cuerpo), se está dejando de lado un dato fundamental, y es que el desarrollo del cerebro no se detiene al nacer. El cerebro de un bebé continúa desarrollándose y creciendo tras el parto.

Una persona que haya tenido hijos (o sobrinos, o amigos con niños), se habrá percatado del pequeñísimo tamaño del craneo de un recién nacido, en comparación con el de un adulto. No pensaréis que mientras el craneo crece, el cerebro permanece con el mismo tamaño, dejando un enorme hueco dentro de la cabeza (bueno, tal vez conozcáis a algún individuo que os lleve a pensar eso). Nuestro cerebro es el mayor arma de nuestra especie, pero tiene un precio (más de uno, en realidad): ante la limitación que impone el canal del parto (unos 10 centímetros de ancho), nos vemos obligados a nacer con el cerebro «a medias», por decirlo de alguna manera. Si nuestro cráneo creciera más antes del parto, simplemente no podríamos atravesar el canal.

No somos la única especie a la que le ocurre, pero sí en la que la diferencia entre el cerebro neonato y adulto es mayor (en la Wikipedia he leído que la capacidad del cerebro de un neonato es un 25% de la de un adulto, pero no sé a qué se refieren con «capacidad»; si alguien conoce datos precisos, se lo agradecería). De todos es conocida la indefensión y escasa capacidad de un recién nacido humano, en comparación con otras especies. Un pollo recién salido de su huevo, puede dar ya unos pasos. Un potrillo recién parido, puede incorporarse de forma medianamente aceptable sobre sus patas. Pero un bebé humano tiene muchas de sus futuras capacidades mermadas. No digamos caminar o hablar (aunque sí tienen un reflejo de marcha, que es digno de ver), pero es que ni gatea, ni repta. Nacemos con los las capacidades básicas para sobrevivir con ayuda de una madre (como succionar lo que nos metan en la boca).

Durante los primeros meses, el crecimiento es espectacular. Luego, aunque más lento, prosigue hasta llegar a algún momento entre los 5 y 7 años. ¡Vaya! ¿Y si el desarrollo continuara durante toda la infancia y adolescencia, seríamos capaces de «crear» supergenios, como en el caso de Kyle? Pues no sé. Pero recordemos que el craneo de Kyle aparentemente tiene un tamaño normal. Tendríamos que pensar en algún proceso desconocido que aumente el desarrollo del cerebro, sin aumentar su tamaño (y me refiero a desarrollo fisiológico).

jueves, septiembre 20, 2007

Kyle XY: Usando más del 10% del cerebro

Ayer estrenaron en Cuatro la serie de TV, Kyle XY. Trata de un chico que aparece en mitad de un bosque, desnudo, sin recuerdos, y sin ombligo. Su desconocimiento del mundo e ingenuidad contrasta con sus habilidades físicas y mentales, y es acogido por una familia, donde la madre es psicóloga o similar, y trabaja con chicos problemáticos. Ya en el primer episodio, ante la rapidez mental y memoria que demuestra, le hacen unas pruebas (un TAC o una resonancia, no sabría decir) y los médicos descubren asombrados que su actividad cerebral es superior a la normal. Uno de ellos afirma que es imposible, y que el ser humano no utiliza más del 7% del cerebro, aunque algunos genios pueden llegar al 9%.

Esto es una variante del famoso mito de que el ser humano sólo utiliza el 10% del cerebro. Y eso es totalmente falso: los seres humanos utilizamos todo nuestro cerebro (aunque puede que conozcamos a alguno, que nos hagan dudar sobre esto). Conviene matizar bien la frase, para no tener una idea equivocada: todas las partes de nuestro cerebro son utilizadas en algún momento. Esto quiere decir que si bien somos capaces de utilizar todas las partes de nuestro cerebro, no lo hacemos de forma simultánea con todas ellas. Así, no es lo mismo estar hablando, que escuchando música, que durmiendo, que resolviendo un problema, que corriendo... Además, conviene no confundir actividad cerebral con pensamiento consciente. Ciertamente, no dedicamos el 100% de nuestro cerebro a pensar, pero hay muchas otras actividades que realiza nuestro cerebro, necesarias para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo.

Aunque aún nos quedan secretos por desentrañar, se sabe qué regiones de nuestro cerebro se dedican a qué, y se sabe que la actividad cerebral es mayor que ese 10% que se ha popularizado tanto. Y como sabéis que la biología no es mi especialidad, os remito a un artículo de MedTempus, donde Shora nos lo explica más en detalle.

martes, septiembre 20, 2005

Ya vienen los catarros

Se acaba el buen tiempo, y comienza una época en la que muchísima gente es afectada por una enfermedad extremadamente virulenta: el resfriado común. En mi casa, ya hemos caído todos.

Es curioso cómo una enfermedad tan corriente suele ser una gran desconocida para la mayoría de la gente. Es bastante común en mitad de una conversación entre madres que acaban de llevar a su niño al médico porque se ha resriado, escuchar frases como "dice que es un virus", "es que ahora la moda es decir que es un virus", "es que cuando no tienen ni idea, dicen que es un virus" o similares, dichas con ironía o indignación, y poco menos que acusando al médico de lavarse las manos y echarle la culpa al virus. Y es que pocos caen en la cuenta de que el resfriado, al igual que muchas otras enfermedades, es producido por un virus.

La mayoría de la gente piensa que el resfriado se produce por pasar frío. Todos hemos oído de nuestras madres y abuelas eso de "abrígate, que te vas a acatarrar". Hay quien afina más y asegura que los resfriados se producen por verse sometido uno a cambios bruscos de temperatura, y maldice los excesos en aires acondicionados o calefacciones. Pero ninguno de esos factores es la causa directa de un resfriado.

El resfriado común, como ya he dicho, es una enfermedad vírica. Para enfermar, hay que estar expuesto al virus y contagiarse. Si uno no se expone al virus, no se contagiará, por lo que una persona puede estar en medio de la Antártida o cualquier otro paraje desierto y gélido, y no resfriarse (aunque como no tenga cuidado puede coger una buena hipotermia, que es mucho peor).

¿Y cómo se propaga? Pues básicamente a través de la saliva y las mucosas. Y no es necesario dar un beso con lengua a alguien resfriado para contagiarse. Basta con que un enfermo se haya tapado la boca al toser o estornudar y luego te de la mano, o toque el pomo de una puerta. El virus acabará en la mano de otra persona que en algún momento se llevará la mano a la nariz, o se chupará un dedo, o partirá pan con las manos. Y es que el virus en cuestión es muy puñetero, y tiene un altísimo porcentaje de infección: el 99% de las personas expuestas a él, se contagian.

Un momento, ¿y cómo es que no nos inmunizamos? De todos es sabido que una persona que haya pasado determinadas enfermedades, como el sarampión o la varicela, queda inmunizado contra ellas. De hecho, ése es el principio de las vacunas, que no es más que el virus en cuestión, debilitado para no desarrollar la enfermedad, pero capaz de provocar la reacción del sistema inmunitario de nuestro cuerpo. Pues resulta que no hay un único virus del resfriado, sino que existen cientos de ellos. Cada vez que pasamos un resfriado, nos inmunizamos contra ese virus concreto, pero sólo contra ese, por lo que seguimos siendo blancos potenciales del resto de ellos.

Entonces ¿el frío no tiene nada que ver? Bueno, ya he dicho que no es una causa directa, ya que la enfermedad está producida por un virus. Pero es un hecho probado que la exposición a bajas temperaturas o a cambios bruscos de éstas, favorece la aparición de resfriados. La verdad es que no hay una respuesta clara para ello. Se cree que la reacción del tracto respiratorio ante cambios bruscos de temperaturas, o bajas temperaturas, favorece de alguna manera que el virus entre en el organismo. Además, el aumento de personas afectadas en invierno se podría explicar por el hecho de que la gente pasa más tiempo en interiores poco ventilados para resguardarse del frío, y ésto favorece la propagación del virus.

No existe un tratamiento real contra el resfriado, siendo la única posibilidad el alivio de los síntomas, por lo que debemos esperar siempre a que nuestro cuerpo combata por sí mismo el virus. Pero no hay que olvidar que con cada resfriado que suframos, nos habrémos inmunizado contra una variedad diferente del maldito virus, y ya nos quedarán menos por sufrir. Quien no se consuela es porque no quiere :-)

viernes, agosto 05, 2005

Grupos Sanguíneos

Carátula de PerdidosAyer en Perdidos, en el segundo episodio salió a relucir el eterno tema de los grupos sanguíneos y las transfusiones. La situación era sencilla: Boone, uno de los personajes sufre un accidente, y necesita una transfusión urgente. Su tipo era A-.

Por un momento temí que se fuera a caer en el eterno error de considerar que una persona de un grupo sanguíneo sólo puede recibir sangre de su mismo grupo, ya que Jack envía al Hobbit... digo, a Charlie a buscar a alguien con A-. Posteriormente, al no encontrar a nadie (muy pocos sabían su grupo), Jack dice que él es O-, y que puede usar su sangre, pero parece dar a entender que existe una posibilidad de un shock anafiláctico. Pero lo cierto, es que alguien con tipo O- puede donar sangre a cualquiera sin que el receptor sufra ningún riesgo (al menos en lo relativo exclusivamente al tipo ABO y el Rh).

En otras películas (lástima no recordar ningún ejemplo ahora), la situación es peor. Un herido es del grupo B o AB, que son muy poco frecuentes en occidente, y los médicos sudan tinta para obtener sangre de su mismo grupo. Algo innecesario, ya que un O valdría para ambos. Es más, alguien de tipo AB puede recibir sangre de cualquier grupo (de momento no estoy hablando del Rh).

¿Cómo funciona eso de los grupos sanguíneos y el Rh? Fácil. Existe por un lado lo que se llaman grupos sanguíneos ABO. Esto se produce por la presencia en la sangre o no, de antígenos de tipo A o de tipo B. Una persona con antígenos de tipo A, tiene el grupo sanguíneo A. Una persona con antígenos de tipo B, tiene el grupo sanguíneo B. Una persona con ambos tipos de antígenos, tiene el grupo sanguíneo AB. Y una persona sin ninguno de esos antígenos, es del grupo O.

Si una persona recibe sangre con antígenos que su cuerpo no reconoce, éste reaccionará generando anticuerpos para combatirlos, produciendo un rechazo de la sangre donada. Así, una persona del grupo O sólo podría recibir sangre de su mismo grupo (sin antígenos). Pero una persona del grupo A o del grupo B, no sólo puede recibir sangre de su mismo grupo, sino también del O. Como el grupo O corresponde a una sangre sin antígenos A o B, puede ser recibida por cualquiera. En el polo opuesto están los del grupo AB. Esta sangre tiene antígenos A y B, por lo que puede recibir sangre de cualquier grupo, pero solo puede donar a los de su mismo grupo.

Por otro lado existe el factor Rh. El factor Rh es una peculiaridad de la superficie de los glóbulos rojos, que se tiene o no se tiene. Los que tienen factor Rh se denominan Rh+, y los que no lo tienen, Rh-. Con el factor Rh ocurre lo mismo. El cuerpo reacciona ante lo que no conoce, atacándolo. Una persona con Rh+ puede recibir sangre Rh-, pero no a la inversa. Es decir, una persona con Rh- no puede recibir sangre con Rh+.

A partir de estos datos, es fácil observar que el tipo O- puede donar sangre a cualquiera (donante universal), y que el tipo AB+ puede recibir sangre de cualquiera (receptor universal).

Por tanto, Boone, de tipo A-, necesitaba sangre de tipo A- o de tipo O-. Y cualquiera de ellos sería igualmente válido. No parece lógico entonces el comentario de Jack sobre el riesgo que corría al usar O- en vez de A-. El riesgo en todo caso sería para Jack, si se producía algún reflujo de sangre (es decir, de Boone a Jack) al realizar la transfusión con medios tan rudimentarios.

Y en el resto de películas donde parece que sea un problema que el paciente sea B o AB, la situación es igualmente errónea. Basta con tener también sangre O- (y si además el Rh es +, también valdría el O+). De hecho, la sangre de tipo O- es muy solicitada por los hospitales, e intentan tener siempre una buena provisión de ella, ya que en caso de emergencia (moribundos, para los que cada segundo cuenta), se puede iniciar una transfusión con ella, sin perder tiempo en realizar una análisis de sangre del paciente.

jueves, julio 21, 2005

Evolución

No, no voy a hablar de la película Evolution, sino de la evolución en general. Más concretamente del concepto de evolución que transmiten algunas historias de ciencia ficción.

La aparición de una raza alienígena que está a punto de evolucionar a un estado "más elevado", normalmente para convertirse en seres de energía, es un tema recurrente en la ciencia ficción televisiva. Ocurre por ejemplo en el episodio Transfigurations, de Star Trek: La Nueva Generación. En dicho episodio, un misterioso alienígena humanoide es rescatado por la tripulación del Enterprise, para descubrir que su especie está en pleno "salto evolutivo". Foto del personaje John Doe del episodio Transfigurations de Star Trek: TNGAlgunos de sus miembros se van transformando en seres de energía, como le ocurre al que encuentran los protas. Algo similar ocurre en la película de Babylon 5, The River of Souls, en la que toda la población de un planeta está a punto de evolucionar y transformarse en seres de energía.

Pero la evolución no funciona así en absoluto. Los seres no evolucionan a través de grandes saltos puntuales, sino muy lentamente, generación tras generación. Pensemos en el hombre. Los primeros homínidos no se transformaron de repente un día, en el cual a varios especímenes elegidos se les cayó el pelo y se irguieron. Fue generación tras generación, en las cuales algunos nacerían con menos pelo y algunos otros se encorvarían un poco menos. El entorno determinó que esos indivíduos eran más capáces de sobrevivir, y poco a poco, esas características fue haciéndose dominantes, ya que la mortalidad entre ellos era menor. Y de esa misma manera, esas carácterísticas irían aumentándose, ya que en una población de homínidos poco encorvados, nacerían indivíduos aún menos encorvados. Y así, poco a poco, tras miles de generaciones, una especie cambió.

En la película Mimic, uno de los personajes comenta que lo que tarda una especie en evolucionar no se puede medir en tiempo absoluto (años, milenios) sino en generaciones. Eso es muy cierto, y me recuerda otro caso de la serie Babylon 5. Foto de LorienEn la cuarta temporada conocemos a un ser llamado Lorien que se proclama a sí mismo como El Primero. Es decir, el primer ser viviente del universo que adquirió consciencia, millones de años antes de que el Sistema Solar Existiera. Afirmaba además que su especie era inmortal (en el sentido de no envejecer, ya que podían morir por enfermedades o daños como todo ser vivo). De esa manera, un misma generación pasó por toda la historia de su civilización, desde el descubrimiento del fuego, hasta la conquista de las estrellas, y más allá. Pero además se nos muestra a Lorien como un ser muy evolucionado, capaz de devolver parcialmente la vida a un hombre y de convertirse en una especie de ser de luz. Se supone que debió ir adquiriendo estas habilidades a lo largo de su vida, ya que originalmente sería un ser primitivo. Es decir, él como individuo, evolucionó. Y como ya he dicho antes, esto no puede ser así.

Los individuos no evolucionan (en el sentido que hablamos aquí, por supuesto, no me refiero a aspectos emocionales o intelectuales). Evoluciona una especie a través de miles de generaciones, mediante el nacimiento y muerte de los individuos.

martes, julio 19, 2005

Mamá Godzilla

Carátula de Godzilla, de 1998Ayer pusieron en Antena 3 la película Godzilla, versión Roland Emmerich (el mismo de ID4). De esta película se podría hablar largo y tendido en este blog, pero me voy a quedar con la que creo que es la mayor de las burradas. No, no es el hecho de que una lagartija pueda convertirse en un monstruo gigantesco por recibir radiación de una prueba atómica. Después de todo, ese fue más o menos el origen de Godzilla en su primera encarnación, y le da ese sabor a serie B. De lo que voy a hablar es de cómo es posible saber que un reptil mutante ha puesto huevos con un test de embarazo para humanos. Recordemos que el prota coge un test de esos que se compran en cualquier farmacia, y con él descubre que Godzilla va a ser o ha sido mamá.

¿Cómo funciona un test de embarazo? Los test que compramos en las farmacias, como dicen en la peli, funcionan detectando la presencia de una hormona específica en la orina. Pero la hormona en cuestión es la Gonadotrofina Coriónica Humana o hCG. Esta hormona en cuestión es generada en un principio por el embrión mismo, y posteriormente por la placenta. La hCG tiene un papel fundamental en el correcto desarrollo del embarazo humano.

Esta hormona, como su nombre indica, sólo la producen los humanos, y además, es generada por órganos que únicamente existen en un ser vivíparo. Entonces, ¿cómo demonios un reptil mutante, ovíparo, puede generar una hormona humana? Simplemente demencial.

viernes, julio 15, 2005

Cara a Cara

Carátula de Cara a CaraCon los comentarios del envío de ayer, he recordado Cara a Cara, una película de John Woo que en su día contó con el beneplácito de parte de la crítica. Algo realmente inusual para una película de estas características. En ella, John Travolta y Nicolas Cage interpretan a un heróico agente de la ley y un canalla criminal, respectivamente, que literalmente se cambian la cara.

El problema es cómo lo hacen. Si hubiera sido una película algo futurista, y nos presentaran un artefacto lleno de luces que se encienden y se apagan fuera de secuencia, y que intercambiara las mentes, pues tal vez hubiese colado (no-premio para el que identifique la cita que va en cursiva). Pero lo que hacen en la película es arrancar la piel de las caras e intercambiarlas. Literalmente.

Los rasgos faciales no vienen determinados por nuestra piel (salvo granos y cicatrices) sino por nuestra estructura ósea y los músculos que la recubren. Vale, nos cuentan eso de la máscara que encaja en la cara de uno, y por fuera es la cara del otro. Pero eso no vale. Para empezar, si entre la piel y el músculo metes ese artefacto, tendrías una cara como si saliera hacia fuera, ya que esa careta tendrá un grosor. Por otro lado, la careta parecía algo duro y estático. Hay rasgos como los hoyuelos que se le forman a Travolta al sonreir que no se podrían imitar así. Además, hay diferencias como la forma de la mandíbula y los dientes, que no se pueden camuflar.

Y eso sólo con la cara. Pero hay tantos rasgos que identifican a una persona. Nos dicen que ambos son de estatura parecida. Bueno, eso es cierto, Travolta mide 1,88 y Cage 1,85. El color de los ojos se soluciona con lentillas. Pero Travolta es bastante más... eh... "fuerte" (eufemismo para gordo) que Cage. Vale, nos dicen que a Travolta le hacen una cirugía y la quitan grasa, pero uno no queda así de bien en un pispás. ¿Y a Cage? ¿Cómo le hacen engordar? ¿Le inyectan grasa? El pelo es también una diferencia importante. El color es fácil de resolver con un tinte, pero no sólo Nicolas Cage tiene más entradas que John Travolta, sino que la textura del pelo es diferente. El de Cage es más fino.

Y hablando de pelo, cortarlo en pleno quirófano con la piel de la cara arrancada, como en la peli, es un riesgo de infección. Pensad en la cantidad de pelitos pequeños que se nos quedan en el cuello, orejas y espalda después de ir al peluquero. Imaginad que eso caiga sobre una herida abierta.

Lo dicho, que si hubieran inventado alguna solución futurista sin entrar en detalles, a lo mejor hubiese sido más creíble.