Ayer, el diario 20 Minutos, dedicó un artículo a la suite ofimática OpenOffice.org. Es muy de agradecer este tipo de artículos que muestran al usuario medio que existe todo un mundo más allá de Microsoft, sobre todo en el ámbito de aplicaciones ofimáticas, pero por desgracia hay algún que otro error, ambiguedad u omisión, que pueden dar al lector que no conozca ese otro mundo
, una idea equivocada del mismo.
En primer lugar, un error que realmente no tiene mucha importancia, pero es curioso por el transfondo que tiene. El nombre de la suite no es Open Office
, como aparece en muchos sitios, sino OpenOffice.org
. ¿Con el .org
, como si fuera el nombre de una web? Pues sí. Resulta que el nombre Open Office
es una marca registrada (aunque no he sido capaz de encontrar a quién pertenece), así que para evitar problemas legales, el nombre oficial del programa es OpenOffice.org
. Es curioso que un nombre como Open Office
, que evoca el concepto de software libre (del que hablaré ahora), sea una marca registrada.
En segundo lugar, se hace especial énfasis en que OpenOffice.org es gratuito, e incluso dice (...)Abanderando los programas gratuitos y libres(...)
(las negritas están en el original). Sí, OpenOffice.org es gratuito, pero eso no es lo más importante para muchos. OpenOffice.org es software libre. ¿Y eso qué es? Bueno, hay muchos matices, pero a grandes rasgos, un software es libre cuando puede ser utilizado, copiado, estudiado y modificado por cualquiera. Es decir, el usuario es libre de hacer con él lo que le venga en gana. Sin embargo, cuando se dice que un software es gratuito, sólo quiere decir que no se cobra por él. Pueden existir (y existen) programas gratuitos, en los que no se tenga libertad para modificarlos. Esta confusión es bastante habitual, y proviene del inglés, donde la palabra free significa tanto gratis
como libre
.
Se menciona también que OpenOffice.org puede guardar los documentos en los formatos de Microsoft Office, sin hacer referencia a otros formatos. Y sí, la suite puede guardar los documentos en esos formatos, pero lo más importante es que también los guarda en formato OpenDocument (y por defecto). ¿Y eso qué es? Pues es un estándar definido por la organización OASIS, cuyas especificaciones son públicas. Es decir, cualquiera puede hacer una aplicación que entienda dicho formato. Por el contrario, los formatos de Microsoft Office son privados, es decir, no existe ningún sitio donde uno pueda consultar cómo leer o escribir en dichos formatos. ¿Y eso es importante? Pues sí, porque de esa manera se está facilitando la compatibilidad entre distintos programas similares. Si el formato en el que se guardan los documentos es estándar y abierto, aparecerán aplicaciones distintas que lo entiendan. Así, uno podría utilizar el programa que quisiera para crear sus documentos, sabiendo que el resto de personas los podrán leer sin necesidad de tener que usar exactamente el mismo programa.
Por último, no se hace referencia ninguna al hecho de que existen versiones para distintos sistemas operativos, y no sólo para Windows. Esto es algo también bastante destacable, ya que facilita el intercambio de documentos entre personas que empleen sistemas operativos diferentes (no, no todo es Windows).
No puedo terminar sin recomendaros que lo probéis. En la web oficial en castellano podréis hacerlo. Eso sí, necesitaráis una buena línea de ADSL, ya que el instalador ocupa como unos 75 MB (y a eso hay que sumarle el paquete de idioma en castellano, que son 15 MB más). Pero creo que merece la pena.