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martes, julio 28, 2009

Sistemas operativos gratuitos ¿Novedad?

En el último número de El País Semanal (para los despistados, el suplemento dominical del diario El País), aparece un artículo titulado 25 oportunidades en tiempos de crisis, donde enumera 25 casos en los que la crisis económica actual ha supuesto en realidad una oportunidad o ventaja. El punto 19 se titula «Tecnología para geeks», y entre otras cosas, dice lo siguiente:

El netbook ha propiciado que los sistemas operativos, los programas generales que hacen funcionar el ordenador, también se abaraten. Pronto serán gratis. Google ha anunciado el lanzamiento de Chrome OS, que se descargará desde Internet sin pagar un euro.

Bueno, no es que los sistemas operativos pronto serán gratis. Es que ya los hay. Y desde hace varios años, además. Imagino que a muchos de vosotros os sonará Linux. No es el único SO gratuito, pero sí es el más conocido. Apareció a inicios de los 90, y si bien al principio no era algo que cualquier usuario pudiera utilizar, hace algunos años que es una alternativa viable al omnipresente Windows (salvo para algunos usuarios concretos, con necesidades específicas). De hecho, ya se pueden adquirir PCs con alguna distribución de Linux preinstalada (creo que desde hace uno o dos años), como el que tengo en casa.

Cuando se habla de estos temas, es habitual confundir una serie de términos, que si bien están relacionados, son cosas diferentes. La mayoría de la gente se queda con el hecho de que determinado software es gratuito, y ya está. Esto es normal, ya que es la ventaja que más directamente puede apreciar. Pero la verdadera cualidad de Linux y de mucho otro software que hay por ahí, es que se trata de software libre.

¿Qué quiere decir eso de libre? Pues que podemos hacer lo que queramos con él. Podemos copiarlo cuantas veces queramos, y darselo a otro. Podemos estudiarlo por dentro, y ver cómo funciona, Podemos incluso modificarlo, para que se ajuste mejor a nuestras necesidades. Obviamente, si tenemos libertad para copiarlo y distribuirlo, el software debe ser gratuito (no tendría sentido cobrar por una copia). Si queremos estudiarlo y modificarlo, debemos poder tener acceso al código fuente del mismo, es decir, a lo que han tecleado los programadores al hacer el programa (el código fuente es posteriormente traducido por otro programa, en código binario entendible por el ordenador). Esto es lo que se conoce como software de código abierto, en el que no sólo se proporcionan los ficheros binarios (lo que la máquina puede ejecutar), sino el código fuente (lo que el programador puede leer y escribir).

Fijáos que, como he mencionado, estos tres conceptos no son el mismo. Un programa puede ser gratuito, pero no de código abierto. Un programa puede ser de código abierto, pero no gratuito. Y también, un programa puede ser gratuito, de código abierto, pero no libre, ya que pueden existir restricciones en la licencia de uso, como el no poder modificarlo (si bien, en la práctica, el acceso al código fuente hace muy difícil hacer efectivas las limitaciones que queramos imponer).

Pero volvamos al artículo de El País Semanal. Como veis, el hecho de que el sistema operativo de Google sea gratuito, no es ninguna novedad. Es más, va a estar construido precisamente sobre el núcleo de Linux (si bien el entorno de ventanas parece que será creado desde cero). Y es que por ser libre, existen muchas distribuciones de Linux, esto es, «paquetes» que incluyen el SO y determinadas aplicaciones, de forma bastante homogenea e interrelacionada. Existen distribuciones de propósito general, pero hay también distribuciones de usos específicos, como las que se centran en la parte multimedia, o en la seguridad y recuperacón de datos.

De hecho, algunas Comunidades Autónomas han realizado su propia distribución, siendo famoso el caso de Extremadura y su LinEx, que llegó a salir en los medios. Esto, unido al hecho de que hace poco fue noticia el debate sobre si los famosos «portátiles por alumno» que anunció el Gobierno, debían llevar Windows o Linux, hace un poco incomprensible la frase «pronto serán gratis» y la novedad de que Chrome OS «se descargará desde Internet sin pagar un euro».

miércoles, julio 22, 2009

Impacto sobre Júpiter

Fotografía de Júpiter, con una mancha blanca al sur

Leo asombrado en el diario 20 minutos (en su edición impresa), que un astrónomo aficionado ha descubierto el impacto de un objeto, de tamaño «mayor que la Tierra», sobre Júpiter. Ante la incredulidad de que en nuestro Sistema Solar haya cuerpos de tal tamaño sin descubrir, y que encima colisione con otro planeta, lo comento con mis compañeros de trabajo, y me dicen que eso mismo contaron en algún telediario, el día anterior (aunque no recuerdan en cuál). Buscando un poco por Internet, descubro que otros medios mencionan el descomunal tamaño del objeto.

Pensemos un poco. Un objeto con un tamaño mayor que la Tierra. Eso quiere decir que también es mayor que Mercurio, Marte y Venus, es decir, mayor que cualquiera de los planetas interiores. Eso no es un asteroide o un cometa; es un planeta con todas las de la ley. ¿Cómo ha podido pasar desapercibido un objeto así?

Fácil, porque tal objeto planetario no existe. Buscando la noticia en otros medios, resulta que lo que tiene ese colosal tamaño, no es el objeto que ha impactado, sino la mancha o «cicatriz» (como la están llamando) en la atmósfera del planeta. Porque lo que se ha detectado es eso: una nueva mancha en la atmósfera de Júpiter. Según el JPL de la NASA, la mancha puede haber sido producida por el impacto de un cometa, pues presenta similitudes con las producidas por el impacto del Shoemaker-Levy 9 en 1994. Pero el impacto en sí, y el objeto, no ha sido observado.

En El País proporcionan más información. Un dato muy relevante es que el diámetro de la mancha oscila entre 3.000 y 5.000 km. Por tanto no es mayor que la Tierra en absoluto, cuyo diámetro es de unos 12.700 km. Ni siquiera sería mayor que Marte. Mencionan también que el diámetro del objeto podría estar entre los 100 y 500 m. Como veis, la cosa cambia mucho.

En otros medios, no cometen el error de decir que el objeto era mayor que la Tierra, pero sí el crater que ha dejado. Pero eso es otro error, ya que no hay crater. Júpiter es un planeta gaseoso, compuesto sobre todo por hidrógeno. Es posible que tenga en su interior un núcleo sólido, pero en cualquier caso, no podemos verlo. Lo que sí vemos es su atmósfera, y los efectos que en ella pueden producir los impactos de otros objetos. Pero nunca cráteres.

Sí, ya sé que al igual que la anterior, esta entrada es más digna de Malaprensa, pero la astronomía es mi debilidad.

miércoles, julio 15, 2009

Un híbrido entre bici y moto

Vamos a descansar un poco de Impact. Ayer recibí un correo (gracias Conejo Blanco) avisándome de una noticia aparecida en el Telediario de TVE-1, el lunes 13, y que podeis ver en la propia web de TVE (minuto 26). Se trata de un vehículo híbrido entre moto y bicicleta, que según el informativo, alcanza velocidades de hasta 80 km/h, «sin más combustible que un tranquilo pedaleo» (sic), y «sin ni siquiera tener que cargar las baterías» (sic). Transcribo la explicación del periodista:

Un generador convierte la energía del pedaleo en energía eléctrica, que va a unas baterías, que se cargan sólo al pedalear.

Más adelante, añade: «Sin motor, sin depósito, gasto nulo, nula contaminación, esfuerzo mínimo». ¡Vaya! ¿Se ha descubierto por fin la máquina de movimiento perpetuo? ¿Se tambalea la termodinámica? Pues no.

A cualquier persona (no es necesario que sea un físico), deberían de saltarle alarmas en su cabeza al escuchar la descripción del invento, como seguro que os han saltado a vosotros. Repitamos todos juntos uno de los pilares de la física: «La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma». ¿Tenemos en nuestros músculos suficiente energía como para acelerar la masa de la moto y nuestro propio cuerpo, hasta 80 km/h en poco tiempo? No ¿verdad? Entonces ¿cómo funciona realmente la bici-moto? ¿De dónde saca la energía?

Visitando la web oficial del producto, buscando y leyendo detenidamente, descubrimos que la bic-moto sí que tiene un motor. Un motor eléctrico, alimentado por unas baterías que deben recargarse utilizando una toma doméstica de 220 V, dotando al vehículo de una autonomía que oscila entre los 60 y los 80 km. La cosa cambia ¿no? La función principal de los pedales es la de regular la velocidad. En vez de un acelerador convencional en el manillar, se utiliza el régimen de pedaleo para establecer una velocidad. Un sistema electrónico mide dicho régimen, y acelera o decelera el motor. La idea es proporcionar una experiencia similar a la de montar en bicicleta, pero viajando en moto. Pero lo que impulsa la moto es su motor eléctrico.

Otra cosa es que la energía cinética del pedaleo se aprovecha para cargar parcialmente las baterías, pero la principal fuente de alimentación, como ya he dicho, es la red eléctrica. Además, utiliza un freno regenerativo que, cuando queremos aminorar, transforma la energía cinética del vehículo en energía eléctrica. Todo muy aprovechado.

Hay que decir quer la web oficial del producto puede llegar a ser confusa. En las FAQ, no se especifica en ningún momento que las baterías se deban recargar enchufándolas a la red eléctrica, si bien se menciona la autonomía del vehículo (y cualquiera puede razonar que una autonomía limitada implica que no sólo se recargan las baterías pedaleando al circular), la vida de las baterías, y el coste económico de cada recarga. Hay que descargarse el folleto en PDF para encontrar la mención a cómo se recargan las baterías (con una toma eléctrica convencional, como ya he dicho), el tiempo de carga (entre 3 y 4 horas), y la energía que pueden acumular (2,9 kWh), así como la potencia del motor (8 kW). Pero eso no es excusa. Cualquier persona con un mínimo de cultura (aunque sea de letras), debería conocer la ley de conservación de la energía.

jueves, julio 02, 2009

Impact: (III) Gravedad

A riesgo de cansar al personal, hoy seguiremos con la miniserie Impact, ya que lo que quiero comentar está muy relacionado con la anterior entrada. Ahí, comenté cosas que tenían que ver con el hecho de que el fragmento de enana marrón tuviera el doble de masa de la Tierra, pero centrándome sobre todo en el concepto de masa inercial (salvo una excepción), es decir, la masa como resistencia a la variación de movimieto. Hoy, nos centraremos en la masa gravitacional, es decir, la masa cono generadora de un campo gravitatorio.

Ya que he sacado el tema, no puedo resistirme a comentar una curiosidad. He mencionado los términos masa inercial y masa gravitatoria. Si lo pensáis, la masa tiene dos «facetas» que no tienen nada que ver entre sí. Por un lado, la masa ofrece resistencia a la variación de movimiento, y a este concepto se le denomina masa inercial. Cuanta más masa inercial, más fuerza hay que aplicar para acelerar el cuerpo. Por otro lado, la masa genera un campo gravitatorio, y a este otro concepto se le denomina masa gravitacional. Cuanta más masa gravitacional, más fuerza gravitatoria ejerce sobre otros objetos. Son conceptos diferentes, y son embargo, ambas masas coinciden, hasta el punto de que hablamos simplemente de «masa», a secas.

Pero vamos a lo que vamos. Al principio de la serie, los astrónomos detectan el fragmento cuando la colisión es casi inminente, debido a que estaba oculto por el grupo de meteoroides. Pero un objeto con el doble de la masa de la Tierra no puede pasar inadvertido. Su campo gravitatorio debería haber causado perturbaciones en las trayectorias de los meteoroides. Más aún, dependiendo de la velocidad y distancia, algunos de ellos deberían haber «caído» hacia el objeto. No se nos dan cifras, pero en la animación que nos muestran parece que el objeto y los meteoroides iban más o menos viajando juntos. Si es así, definitivamente todos los meteoroides deberían haber sido atraidos por el fragmento de enana marrón, quedando ésta «al descubierto».

Imagen de la serie que muestra un primer plano de la Luna, con un crater bien visible, y fragmentos flotando.

Podemos ver un error similar tras la colisión: en sucesivas vistas de la Luna, y durante casi toda la duración de la serie, vemos fragmentos flotando cerca del punto de impacto. No, no me refiero a esa especie de anillo de escombros que se forma en torno a nuestro satélite, sino a un grupo de fragmentos que siempre están flotando sobre el crater. Bueno, ya de por sí, la Luna tiene gravedad, pero con el fragmento de enana marrón en su interior, la gravedad es mucho mayor. No puede haber trozos de roca flotando alegremente por ahí, sino que deberían volver a caer a la superficie lunar, tras el impacto inicial. La única posibilidad de que esto no ocurra es que los fragmentos salieran despedidos a gran velocidad, de forma que alcanzaran la velocidad suficiente para mantener una órbita alrededor de la Luna, o incluso para escapar definitivamente. Pero no es el caso, ya que en sucesivas tomas de la dañada luna, vemos siempre una concentración de fragmentos flotando sobre el crater.

Vayamos ahora al final de la serie, cuando se manda una misión a la Luna. Se informa a los cuatro salvadores que una vez allí, sentirán el doble de su peso. Sin embargo esto no es así. La masa de la Luna es el doble de la de la Tierra, pero la gravedad (y por tanto, el peso) no depende exclusivamente de la masa, sino también de la distancia (concretamente, de su cuadrado). El radio de la Luna es menor que el de la Tierra, y como ya vimos en la entrada anterior, eso hace que con sólo una 80ª parte de su masa, la gravedad en la superficie de la Luna sea una 6ª parte de la de la Tierra. ¿Qué peso deberían sentir entonces? Fácil. En la entrada anterior calculamos también que la masa de la Luna se había multiplicado por 160, por tanto, la gravedad en su superficie se habrá multiplicado por 160. Así, los pobres astronautas deberían soportar 27 veces su peso (160/6, redondeando un poco), lo que les conduciría a una muerte segura.

Imagen de la serie, que muestra un pequeño vehículo lunar, descendiendo por una grieta.

Bueno, supongamos que la gravedad en la Luna es el doble que en la Tierra (que es mucho suponer). La misión lunar seguiría teniendo un problema de difícil solución. ¿Recordáis el artículo dedicado a las misiones Apolo? Ahí os explicaba que uno de los motivos por los que el módulo lunar era tan pequeño, mientras que el cohete Saturno V era tan grande, era por la diferencia de gravedad entre la Tierra y la Luna (el otro gran motivo era la masa del combustible y su consumo a lo largo de todo el viaje). Pero en la serie, la gravedad en la superficie lunar es el doble de la Terrestre. Por tanto, el módulo lunar que vemos, no puede tener suficiente empuje y combustible para ponerse en órbita (comparadlo con un cohete o lanzadera actual, en el momento del despegue). No digamos ya el pequeño vehículo lunar volador que emplean para descender por las enormes grietas, que debería ser capaz de sostener el peso de cuatro personas (dos tripulantes con el doble de peso). Para hacernos una idea, un jet pack puede mantener en el aire a una persona durante unos segundos. No se ven enormes tanques de combustible en el vehículo lunar, así que ¿qué autonomía puede tener?